El Borussia Dortmund, rival del Real Madrid en los cuartos de final de la Liga de Campeones, es un equipo que actualmente parece en busca de esa ligereza que tuvo en temporadas anteriores que le permitía jugar con una desenvoltura que desconcertaba a sus rivales.

El equipo, eso es claro, no tiene ya esa frescura de los años anteriores que lo llevó a ganar dos veces consecutivas la Bundesliga y a clasificar, posiblemente como último estertor de ese ciclo, a la pasada final de la Liga de Campeones.

El Dortmund ha pasado de ser un equipo que no tenía nada que perder -lo que le permitió jugar con un descaro que lo tuvo a punto de ganarlo todo- a ser un equipo del que -a más tardar con la pasada campaña europea- se empezó a esperar probablemente demasiado.

Al comienzo de esta temporada, con el triunfo por 4-2 sobre el Bayern de Pep Guardiola en la supercopa alemana, muchos pensaron que los bávaros iban a vivir otra vez la maldición amarilla que los acosó durante dos temporadas, hasta que se sacudieron la temporada pasada ganando el triple.

El que parecía saber que eso era soñar era Klopp que advirtió que superar al Bayern en una temporada larga sería un milagro. El transcurso de la temporada le dio la razón a Klopp, en parte porque las lesiones se han ensañado con el Dortmund.

Las bajas de larga duración más graves han sido la del central Neved Subotic -ruptura de ligamentos cruzados- y la del centrocampista Ilkay Gündogan, con un misterioso problema de espalda que lo ha tenido meses alejado de las canchas. Sven Bender también se ha lesionado hace poco con lo que otro de los habituales de Klopp también está fuera de combate.

La marcha de Mario Götze, ahora en el Bayern, además, no ha podido ser plenamente compensada. Su sucesor, el armenio Henrihk Mktitarjan, ha tenido buenos momentos en la temporada pero con él, a diferencia de los que ocurría con Götze, el equipo ya no juega de memoria.

En la ida contra el Madrid, además, el Dortmund no podrá contar con Robert Lewandowski, por acumulación de amarillas. La última tarjeta se la mostró el español Undiano Mallenco en la vuelta contra el Zenit.

A todos esos problemas, se agrega el que ha empezado a producirse un distanciamiento entre el equipo y la afición. La llamada pared amarilla, probablemente mal acostumbrada por los éxitos del pasado reciente, ya no ruge como antes.

Después de la vuelta contra el Zenit, varios jugadores -empezando por el capitán Sebastian Kehl y por el ex-madridista Nuri Sahin- se quejaron por la actitud del público.

"Es como si tuviéramos que pedir disculpas por estar otra vez entre los ocho mejores de Europa", dijo Sahin.

Las épocas en que el Iduma Park parecía una fiesta permanente amenazan con acabarse y el maestro de ceremonias Klopp ya no parece permanentemente inundado por la alegría de estar al frente de un equipo con hambre de triunfo sino presionado por la urgencia de ganar a toda costa.

En medio de todo ello, si se compara con el Dortmund que le ganó al Madrid en dos ocasiones la temporada pasada, el equipo ha perdido seguridad. Su salida no es tan vertiginosa como en el pasado, por cuenta de pases errados que antes eran extraños, y la presión en la mitad contraria no es tan asfixiante.

Pese a todo, es posible que el duelo ante el Real Madrid le llegue a tiempo. Es un equipo ante el que, pese a las victorias de la temporada pasada, el Dortmund no tiene nada que perder.

Alineación tipo:

Weidenfeller; Piszcek, Sokratis, Hummels, Dürm (Schmelzer); Kehl, Sahin; Aubameyang, Mhkitaryan, Reus; y Lewandowski.