El Real Zaragoza desaprovechó ante el Numancia una excelente oportunidad para poder pensar que la mirada la podía fijar en la zona de promoción de ascenso y aunque logró mantener a raya la distancia de cuatro puntos sobre el descenso ahora está a seis de los puestos de arriba, uno más de los que le separaban antes del comienzo de la jornada.

Los zaragocistas siguen marcándose la permanencia como claro objetivo a conseguir porque de momento su fútbol, escaso de recursos ofensivos y con numerosas vías de agua en la parcela defensiva, no les permite poder centrar la atención en asuntos más ambiciosos como el ascenso para el que comenzó como claro aspirante, por su condición de recién descendido, pero el devenir de la competición le ha situado en la cruda realidad.

La llegada al banquillo zaragocista de Víctor Muñoz, con el que ya han disputado cuatro partidos y sumado cinco puntos, sirvió al menos para hacer perder velocidad a la caída en barrena que sufrieron en los meses de febrero y marzo en los que no fueron capaces de ganar ningún partido.

Aunque el empate en la capital soriana sirvió a los maños para poner sordina a una nueva crisis, lo que parece claro es que de momento no están en condiciones de pensar que la afición zaragocista va a vivir "dos meses insulsos" sin nada en juego, porque la permanencia siguen sin atarla y lo que parece que se aleja un poco, aunque una mínima racha de triunfos podría darle la vuelta a la situación, es el poder aspirar al ascenso.

En su historia reciente el equipo aragonés no ha pasado más de una temporada en Segunda División desde que logró el ascenso en la 1955-56, tras tres años consecutivos en la categoría de plata, desde entonces ha sumado otras cuatro caídas de la elite solventadas por la vía rápida en un solo año.

El zaragozano Víctor Muñoz, el último entrenador que llevó al equipo aragonés a una final de Copa del Rey (2005-06) y también a conquistar su sexto y último título copero (2003-04), ya anunció en su regreso la complejidad de la tarea que asumía y cuyo único punto de mira debía de ponerse en conseguir que el equipo siga en Segunda División y si al final llegaba algo más bienvenido sería.

Los aficionados zaragocistas volvieron a protagonizar el fin de semana una nueva peregrinación con su equipo, aunque en esta ocasión propiciada tanto por su delicada situación deportiva como por el hermanamiento existente entre las dos provincias vecinas, en la que llegaron a soñar con salir de Los Pajaritos con los tres puntos pero, finalmente, se tuvieron que conformar con la igualada.

El conjunto maño volverá a vivir el próximo fin de semana una nueva e inquietante final para su supervivencia en la categoría, en esta ocasión ante un rival directo en la lucha por la permanencia como el Real Jaén, en puestos de descenso, al que puede hundir definitivamente o darle un balón de oxígeno en detrimento de sus propios intereses.