El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, fue recibido hoy por la jefa de Estado de Brasil, Dilma Rousseff, con quien se comprometió a trabajar en las próximas semanas para promover en este país "el mejor Mundial de la historia".

Blatter entregó a Rousseff el trofeo que estará en juego a partir del próximo 12 de junio, cuando el Mundial sea inaugurado en Sao Paulo, y dejó de lado las críticas de la FIFA a la organización del evento para distribuir simpatía y confianza en su realización.

"Estoy muy animado con las próximas semanas que la comunidad del fútbol internacional tendrá el privilegio de pasar en este país, en este continente que es Brasil", que es "el país del fútbol", declaró Blatter, al aludir a los cinco títulos de la selección brasileña.

Dijo comprender que "hoy, ciertamente, toda la nación hincha por el sexto titulo", pero aclaró que "eso no será aceptado por otros 31 participantes" que también pujarán por estar en la final, el 13 de junio próximo, en el estadio Maracaná de Río de Janeiro.

Blatter dijo estar convencido de que "será un gran Mundial" y aseguró que la FIFA trabajará junto al Gobierno brasileño para que sea "el mejor de la historia"

El presidente de la FIFA elogió los avances sociales que Brasil experimentó en los últimos años y aseguró que el Mundial supondrá una "oportunidad" para promoverlos "en todo el planeta", pues "todos los ojos del mundo se volcarán" hacia el país.

También expresó su deseo de que, durante el Mundial, "cesen las actividades beligerantes en el planeta y que el fútbol sea una forma de unir a las personas".

Coincidió asimismo con Rousseff en que el Mundial de Brasil será "una plataforma para luchar contra la discriminación y el racismo", y agradeció el "apoyo y compromiso" de Rousseff con esas causas.

Rousseff, en su turno, volvió a garantizar que los estadios, los aeropuertos, los puertos y todo el pueblo brasileño "están listos" para recibir "la Copa de las Copas", como ella define al evento.

"A los brasileños y a los extranjeros que nos visiten, les aseguro que la estructura de seguridad va a proporcionar a todos la tranquilidad necesaria para aprovechar partidos, fiestas y paseos", declaró.

Dijo que el país "está preparado para ofrecer al mundo un maravilloso espectáculo, con la alegría, el respeto y la gentileza del pueblo brasileño".

También insistió, en aparente alusión a los movimientos sociales que critican el gasto público en el evento y que han protestado en las calles por el Mundial, en que Brasil es un "país democrático, que respeta la libertad de manifestación y expresión".

Sobre el trofeo, de 36 centímetros de altura y realizado en oro macizo, Rousseff observó que en su base tiene unas líneas pintadas en verde y amarillo, colores de la bandera brasileña y la selección.

"Curiosamente tiene esos colores" y, por eso, "para nosotros es imposible no soñar" que la selección que alzará la copa el próximo 13 de julio "será la brasileña", afirmó.

En el acto participaron ministros y algunos invitados especiales, entre quienes estaba el exfutbolista Marcos Evangelista de Moraes, ''Cafú'', quien con la selección brasileña jugó en los mundiales de Estados Unidos en 1994 y de Corea del Sur y Japón en 2002.

Cafú fue invitado a repetir el gesto de alzar el trofeo, tal como lo hizo en la final del mundial asiático como capitán de su equipo.

Lo hizo junto a Rousseff y rodeado de niños, algunos de ellos vestidos con la camisa de la selección nacional, en lo que Blatter definió como un momento "de gran emoción", pues fue el "reencuentro de la Copa con el último capitán campeón con Brasil".