El Campeonato de Kiteboard y Windsurf de Fuerteventura recibe cada año a campeones del mundo, sin embargo la prueba parece resistírsele a los jóvenes majoreros por lo que una veintena de padres de la isla han comenzado a preparar a sus hijos para que puedan subir en unos años a lo más alto del podio.

Roberto Caruso trabajaba en un banco y Roberta su mujer como abogada en Italia, en 2011 decidieron cambiar su lugar de residencia en Turín por Costa Calma en busca de "la vida simple de la isla".

En la nueva aventura le acompañaron sus dos hijos Alessandro y Virginia, que no tardaron en ver en el mar majorero el nuevo juguete con el que entretenerse.

En el sur de Fuerteventura son muchos los jóvenes que intentan probar suerte en alguna de las modalidades deportivas del kiteboard, windsurf o surf, sin embargo, una clase al día con precios cercanos a los 50 euros pone jugar con el mar y el viento al alcance de muy pocos.

Ante este panorama, la pareja de italianos comenzó a "llamar a puertas" para conseguir el apoyo necesario que permitiera formar a los pequeños en alguno de estos deportes náuticos.

Una de las primeras en abrirse fue la de la escuela de surf Adrenalin en La Pared que se ofreció a dar las primeras clases, en el colegio de Costa Calma unos 35 niños ya se habían interesado por el proyecto.

Desde entonces, han empezado a recibir clases de windsurf a precios razonables, incluso, las tarifas se adaptan a las condiciones económicas de algunos padres.

El nombre del nuevo grupo y el logo surgió de la manera más democrática posible: en asamblea y mediante votación.

Finalmente, se llamarán "Hijos del mar", explica Roberta a Efe, y el logotipo cuenta con una ola donde está representado el windsurf, surf y kite, todos surfeando en la misma ola.

Para Roberta es importante que las nuevas generaciones se desliguen de la rivalidad que hay entre los competidores de las distintas modalidades, y que a veces crea tensión entre unos y otros buscando su parcela de mar.

"Intentamos unir a los distintos competidores y que sean en el futuro personas que saben hacer todos los deportes del agua", añade.

Roberta explica que uno de los objetivos es evitar que los niños pasen toda la tarde libre en la calle a la vez que engancharlos al deporte como "estilo de vida".

El respeto al medio ambiente, no en vano acudieron en masa a la última manifestación en contra de las prospecciones en aguas canarias, una alimentación sana o a enfrentarse a situaciones de miedo y pánico en el mar son aspectos que también intentan trabajar con los pequeños.

Tras probar suerte en el windsurf y el surf, algunos empiezan a decantarse por aprender a practicar kite, René Egli, un suizo que desde 1984 organiza el Campeonato del Mundo de Fuerteventura y en cuyo centro entrenan deportistas de elite, ya ha ofrecido colaboración.

Algunos de los regatistas que estos días han estado compitiendo en Fuerteventura como las españolas Gisela Pulido y Julia Castro o el inglés Aaron Hadlow se han comprometido a mover hilos para conseguirles un sponsor, mientras los más avanzados tienen a su disposición un curso de saltocon el actual número cuatro de la clasificación global en "Freestyle" de Kiteboard el dominicano Ariel Corniel.

El fin último de "Hijos del Mar", comenta la abogada en la actualidad convertida en monitora de Kiteboard, es que Fuerteventura no solo sea el lugar donde a finales de julio se reúnen campeones de todo el mundo en su cita con el Kiteboard y windsurf sino que "tenga a sus campeones".

"Incluso, con las playas que hay en la isla algunos podrán encontrar un trabajo como monitores en el futuro", añade.

Tal vez alguno de estos pequeños sea el sustituto de Gisela Pulido, Julien Kerneur, Gollito Regledo o Antoine Albeau, de momento siguen desde la orilla sus maniobras y victorias en playa de la Barca.