CANARIAS ya exportaba jugadores a mediados de los años veinte, cuando la profesionalización llegó al fútbol español. O al menos, al fútbol peninsular. La distancia creció a partir de la temporada 28-29, cuando se disputó el primer ampeonato Nacional de Liga con diez equipos en Primera División y veinte en los dos grupos de Segunda División. Entonces, la diáspora se hizo insostenible: al curso siguiente, un total de 34 futbolistas canarios jugaba en conjuntos peninsulares.

Junto a Arocha y Semán (Barcelona), destacaban árdenes y Graciliano Luis (elta), salidos todos del Tenerife, que mandó a Romero y Llombet al Betis. Mientras, el potentísimo Iberia del barrio del Toscal, que había traspasado a Morera y López al Real Madrid, enviaba a Luis García y Elicio al Sporting de Gijón. Y el Real Unión se desprendía de Espinosa (elta), Mesa (Santander) o Nazco (Atlético Madrid); y el Salamanca colocaba a Padrón y Ramos en el Racing de Madrid...

Los ases de la isla vecina también emigraban: Hilario Marrero (Victoria) se fue a La oruña... mientras el Español pescaba en Gran anaria a Padrón, González, Oramas, Espino y Álamo. Pese a todo, los torneos locales mantenían el interés: al empatar (0-0) en la última jornada con el Tenerife en el campo de la Avenida, el Real Unión se imponía en el ampeonato Insular 29-30. Eso sí, los máximos goleadores del torneo, hicote (Iberia) y Quico Tejera (Unión), ficharían ese verano por Sporting y elta.

Acabadas ya las competiciones nacionales con el doblete del Athletic en Liga y opa del Rey, el Barcelona, subcampeón liguero y eliminado en las semifinales de opa por los leones, apuraba el curso con dos amistosos ante el Red Star París, club fundado por Jules Rimet. En ambos choques, celebrados en Les orts, hubo protagonismo tinerfeño: Arocha hizo un hat trick en la goleada (5-2) inicial, mientras que el propio Arocha y Semán se repartieron los tantos en la segunda victoria catalana (2-0).

A la semana siguiente, tras cinco días de travesía, ambos llegaban a Tenerife en el vapor Plus Ultra. Y dos días después, tras ser agasajados por los directivos blanquiazules, embarcaban con árdenes en la motonave Arucas, frutero de la compañía Lloyd, rumbo a Madeira. Un total de 19 futbolistas componían una expedición a la que se sumó Arencibia (18 años), fichado días antes del Hespérides y no faltaron los ayol, José García, Juan García, Basilio, Walls, Torres, Esquivel...

Aunque militaran en equipos peninsulares, árdenes, Semán y Arocha se sentían blanquiazules y contra las órdenes de sus clubes participaban en citas que tenían poco de amistosas. El Marítimo de Funchal era un viejo rival al que el Tenerife sólo había ganado una vez en siete choques previos, por tres victorias de los portugueses, campeones nacionales en 1926. Y esta vez el estreno no fue bueno: la misma tarde que arribaba a Madeira, un Tenerife exhausto y sin sus refuerzos caía (3-1) ante el Marítimo.

Dos días después, tras un reparador descanso, se impuso (3-0) al Imperio, subcampeón de Madeira, con goles de Semán, Torres y Rancel. Y aclimatados a un terreno de juego de césped, desconocido para muchos, llegó la exhibición ante el Marítimo: el Tenerife se impuso por un contundente 1-8 con goles de Arocha (tres), Torres (dos), Semán (dos) y Rancel. También sobresalieron ayol en la portería y el dúo árdenes-Arencibia en la media, ovacionados por un público que "reprobó la excesiva dureza local".

"El Tenerife estuvo a una altura como no se ha visto en esta tierra", escribió el Diario de Madeira, que elogió a Arocha, "atractivo de valor por sí solo". Recibido en la Isla el telegrama enviado por José Díaz Prieto, eterno secretario general, la entidad presidida por Pelayo López organizó un gran recibimiento a los jugadores. Y fijó para el domingo siguiente un partido de homenaje a Semán, árdenes y Arocha en un Stadium repleto y agradecido a esos emigrantes que, de vuelta a casa, defienden a su equipo por honor.

El rival era el Athletic lub Las Palmas, que acudía con un mediocentro juvenil, Luis Valle, quien con 18 años sería campeón de Liga con el Madrid e internacional absoluto. Aunque esa tarde brilló Semán, "exacto en el pase y autor del primer gol, maravilla consumada tras una magnífica jugada personal y un quiebro que sentó al portero y los defensas para luego alojar el balón en la red". El dos-cero lo marcó José Rancel, que con el tiempo haría campeón de Liga al Betis de los también canarios Adolfo y Timimi.

Tras un gol de Reyes, el propio Semán, "pródigo en paredes con su compañero Arocha", haría el 3-1 definitivo para un Tenerife que repitió el once que goleó al Marítimo con Lolo en el lugar de Ramos. Lolo era el apodo de Heliodoro Rodríguez González, hijo del entonces vicepresidente del club. Ese verano también abandonaría el Tenerife, aunque para cursar estudios de ingeniero agrónomo en Madrid. on el tiempo regresaría a Tenerife... para ser alcalde de Santa ruz y presidente del abildo Insular.

Y es que en los años treinta, en el fútbol y en la vida, la emigración era (casi) una obligación.