El Tijarafe empezó con buen pie la Liga Regional de Primera Categoría, tras ganar a domicilio al Campitos, por 11-12, en una luchada intensa, donde ambos conjuntos dieron la cara, pero en la que el puntal C blanquirrojo, Alejandro Afonso, fue el factor clave.

La imagen ofrecida por los locales fue buena, teniendo en cuenta que no habían hecho ningún ensayo de pretemporada, y todavía queda margen de mejoría, conforme avancen las jornadas de la competición.

Los santaursuleros demostraron que la apuesta por dos puntales C, puede salirles bien, siempre y cuando rindan al cien por cien en cada choque.

Se cumplió el guión establecido, dadas las colas de uno y otro bando. El mandador visitante, Jonathan Fernández, no dudó en sacar en las primeras sillas a hombres curtidos como Sixto Rodríguez y Jonay Gómez. El primero logró dos puntos ante José Antonio Pérez y Juan Rodríguez. Lo que permitió endosar un parcial de 1-4.

Reaccionó el cuadro capitalino, con el destacado B, Iván Melián, en liza, que derribó sucesivamente a Fran Peraza, Rubén Jiménez y Samuel Díaz.

Entre tanto, el destacado A verdiblanco, Raúl González, podía con Sergio Iván Pérez y Sixto Rodríguez, lo que puso el marcador en un apretado 6-7.

No le quedó otra al técnico local, Pepe Díaz, que echar a emparejar al puntal A Miguel Pérez, que se enfrentaba ayer al equipo donde creció. El norteño pudo con el destacado C Ronald Arbelo;_el destacado B, Susi Marrero (por una amonestación menos con dos separadas) y el destacado C, Ángel Andrés Luis “El Chamo”.

Por el otro lado de la silla, el puntal C_visitante, Alejandro Afonso, se convirtió en protagonista, al darle las dos seguidas a Iván Melián, y dar en tierra con Raúl González, en la segunda (la primera separada), en un punto determinante (9-10).

El otro puntal C del Tijarafe, Samuel Rodríguez “Gomerito”, pudo con Juanma de la Rosa, que dio la sorpresa tirando a Aitor Molina, en la tercera; y a Juan Miguel Santiago.

Con 10-11, se cruzaron Miguel Pérez y Alejandro Afonso. Ambos contendientes se separaron en dos agarradas, trabadas, donde el visitante supo zafarse del enganche del local, consciente de su mayor poderío físico, dejándolo sin argumentos (11-12).

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