La convocatoria de una huelga por parte de los trabajadores del Real Zaragoza, con la que tienen la intención de expresar su rechazo al expediente de regulación de empleo que pretende efectuar el club aragonés, podría provocar, en el peor de los casos, el aplazamiento del partido que enfrentará al equipo que entrena Víctor Muñoz con el Tenerife a las cinco de la tarde del domingo que viene, en el estadio La Romareda.

Entre otras cosas, esta medida de protesta dejará casi sin efecto el control de los accesos de aficionados y medios de comunicación al recinto deportivo, y también disminuirá considerablemente el dispositivo general de seguridad exigido por la LFP.

Fuentes del comité de empresa del Zaragoza aclararon ayer, en una nota, que no se podrán activar servicios mínimos para compensar la ausencia de trabajadores, ya que "el fútbol no es una actividad considerada como esencial para la comunidad". Por tanto, si nada cambia, el encuentro de la undécima jornada se celebrará a puerta cerrada o se pasará a otra fecha, probablemente al lunes.

"Todo lo que no sea eso no solo atentará contra el derecho fundamental de huelga, sino que pondrá en peligro la seguridad y el orden público", advirtieron en un comunicado los trabajadores afectados y los sindicatos vinculados.

En ningún caso se cancelará el partido, ya que no hay motivos para que los dos equipos y el cuarteto arbitral dejen de asistir a la cita.

De hecho, el Tenerife no tiene previsto cambiar su plan de trabajo ni el viaje a Zaragoza por este asunto, a no ser que el club anfitrión determine solicitar la suspensión del choque con el tiempo suficiente de antelación. Al respecto, sus dirigentes mantendrán hoy una reunión con los miembros del comité de empresa con el fin de alcanzar un acuerdo e impedir que la huelga se lleve a cabo. Si no hay un entendimiento, las partes volverán a conversar el viernes en el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje. Esa será la última oportunidad para desconvocar el paro de los trabajadores.

Lo que no parece que vaya a consentir el Zaragoza es dejar que la jornada dominical siga su curso si los empleados deciden no acudir a sus puestos de trabajo. La menor sospecha de que las medidas de seguridad se puedan debilitar en el compromiso con el Tenerife, hará que la entidad aragonesa pida la suspensión del partido.

En cada encuentro como local del Zaragoza trabajan en La Romareda unos 166 profesionales, y el comité de empresa calcula que con menos de 130 no será posible que funcionen los servicios del estadio. El club no podrá sustituir a tantos empleados este domingo.

En la nota publicada por el comité de empresa, se señala que el ERE que presentó el club el 9 de septiembre pretende sustentarse, formalmente, en causas económicas y organizativas, pero que, en realidad, se basa "en externalizaciones innecesarias que perjudican gravemente al club y a los trabajadores, en la falsa creencia de que la externalización de determinados servicios mejora la eficacia y reduce los costes de los mismos, algo tan ideológico como poco original e innecesario".