El entrenador español Gregorio Manzano, que el pasado fin de semana consiguió el subcampeonato de la liga china al frente del Beijing Guoan, se mostró hoy satisfecho por su primera temporada en el fútbol asiático, aunque reconoció que echó de menos el sol español en una ciudad a veces muy contaminada.

"Ha habido días feos, pero bueno, te adaptas", señaló en una entrevista el técnico jiennense, que este año se embarcó en una aventura oriental con el Guoan después de 30 años en banquillos de toda España, incluyendo equipos como el Atlético de Madrid, el Sevilla o el Mallorca.

"Ha sido más fácil de lo que en un principio parecía", aseguró Manzano en el restaurante de comida española Puerta 20, situado en el área comercial del Estadio de los Trabajadores, feudo de su equipo.

Largos desplazamientos, diferentes climas, y problemas idiomáticos han sido un hándicap, pero Manzano, de 58 años, afirma que la receta contra todo ello ha sido el trabajar mucho para que el tiempo pasara rápido.

Con Manzano al frente, el equipo ha logrado pelear hasta la última jornada por el título de liga, aunque al final fue el gran favorito, el Guangzhou Evergrande de Marcello Lippi, el que se llevó el campeonato, apoyado en un presupuesto mayor que el del resto de competidores.

"El Evergrande tiene los cuatro mejores extranjeros de la liga china (entre ellos los internacionales italianos Gilardino y Diamanti), y todos sus jugadores chinos están en la selección, pero al menos este año no han ganado con un mes de antelación", recuerda Manzano, quien recientemente renovó con el Guoan para dos años más.

El gran culpable de que la liga de este año no fuera, como las tres anteriores, un paseo triunfal para el Guangzhou, ha sido precisamente el Guoan de Manzano, que se mostró como uno de los equipos más fuertes en casa y también supo arrancar valiosas victorias a domicilio, entre ellas una frente al mismo Evergrande.

"El objetivo este año era reducir distancias con respecto al pasado, y hemos pasado de 27 puntos en la pasada temporada a 3 en ésta", destaca Manzano, quien cuenta que cuando el Guoan ganó al Evergrande el club fue recibido por cientos de aficionados en el aeropuerto, como si hubiera ganado un título.

Este año, según Manzano, el equipo ha sabido hacer de su casa un fortín, ganar más partidos fuera de casa, y sobre todo remontar partidos, algo poco habitual con el Guoan.

Todo ello, además, en un año complicado para el banquillo pequinés, dado que, en una liga como la china en la que quienes marcan la diferencia son los jugadores extranjeros de los clubes (cinco por cada equipo), el Beijing no ha tenido suerte con estos fichajes.

Poco antes de que Manzano llegara al equipo se marchó el maliense Frédéric Kanouté, a mitad de esta temporada lo hizo el ecuatoriano Joffre Guerrón (fichado por los Tigres de la liga mexicana) y una de las grandes apuestas de Manzano, el argentino Pablo Batalla, se lesionó en los primeros compases de liga.

También cayó lesionado el internacional surcoreano Ha Dae-sung en el Mundial de Brasil, y si a ello se le añade el bajo rendimiento del nigeriano Peter Utaka, que acabó siendo cedido a otro club chino, queda claro que Manzano tuvo que sudar tinta para que el equipo mantuviera su calidad y siguiera en lo más alto.

"Hemos sabido suplir la ausencia trabajando en equipo, al final ha sido más el colectivo que las individualidades quienes han marcado las diferencias", subrayó el técnico de Bailén, quien también tuvo otro gran apoyo, la afición pequinesa, una de las más apasionadas que ha visto.

"Si alguien visita Pekín tiene que ver al equipo jugar en casa, es un auténtico espectáculo, una afición realmente entregada a su equipo", afirma Manzano de los aficionados del Guoan, que en todos los partidos en casa abarrotan y tiñen de verde con sus camisetas las gradas del Estadio de los Trabajadores.

Manzano se ha convertido en una cara conocida de Pekín, un personaje popular, aunque asegura que poco tiempo ha tenido de recorrer la capital, pues su rutina lo ha movido por las escasas decenas de metros que separan su casa del estadio y los campos de entrenamiento.

La gran espina para Manzano, y también para el equipo, ha sido la Liga de Campeones asiática, donde el Guoan tuvo menos suerte que otros años y cayó en la fase de grupos, aunque, según el español, la culpa de ello la tuvieron los bombos del sorteo previo.

"Nuestro grupo era el peor, con el campeón de la liga australiana, el de la liga japonesa y el finalista de la Champions pasada", recordó Manzano, quien espera que en la próxima temporada, tanto en competición continental como en nacional, el club logre mantener la calidad de este año y repetir éxitos.