CUESTA creerlo ahora, tras siete eliminaciones consecutivas ante rivales como Cerceda, Alcoyano o Girona, pero hubo un tiempo en el que la Copa de España daba inmensas satisfacciones al Tenerife. Y aunque no supera una ronda desde el verano de 2008, aún conserva un balance favorable en los 232 partidos jugados en este torneo: 97 victorias, 44 empates y 91 derrotas. Y el cómputo de eliminatorias registra una estadística positiva: 64 superadas y 58 perdidas.

Los hitos acumulados desde el elogiado debut copero durante la Segunda República no son pocos: el desempate ganado en el Metropolitano al Zaragoza de Lapetra y Marcelino a principio de los sesenta, la extenuante ronda ante Las Palmas un lustro más tarde, el espectacular KO al Madrid en la última edición de la Copa del Generalísimo, la eliminación de Las Palmas cuando los amarillos estaban asentados en la élite y el Tenerife malvivía en Segunda División B, las semifinales alcanzadas en 1994 antes de caer ante el Celta...

Sin embargo, apenas cuenta épicas remontadas. Sólo ha superado un dos-cero adverso ante Real Unión (1959), Burgos (1971) y San Sebastián de los Reyes (1999). Y al Sabadell (1992) le remontó un tres-uno. Y en las ocho ocasiones que afrontó el partido de vuelta con una desventaja mayor... fue eliminado contra Sevilla (1940), Betis (1959), Ferrol (1960), Barcelona (1964), Granada (1972), Valencia (1978) y Celta (1994). La excepción llegó frente al Córdoba en 1974, cuando el grupo de Dagoberto Moll rozó el ascenso a Primera División.

Sólido en el Heliodioro, donde sumaba ocho victorias, un empate y una derrota en diez apariciones, el Tenerife tenía cinco positivos al término de la primera vuelta. Cuarto clasificado, a dos puntos del ascenso directo, venía de ganar al Sevilla (1-0) y su notable ejercicio sólo presentaba un lunar: la media hora inicial del partido de Copa del Generalísimo ante el Córdoba: recibió tres goles y se despidió del torneo. Para entonces, ambos equipos ya tenían cuentas pendientes: quince días antes, su partido de liga concluyó con triunfo andaluz (2-1) y una gran bronca.

Aquel choque liguero, debut de Moreno en el banquillo local, incluyó una pelea entre el argentino Ónega y Juan Miguel que acabó con ambos expulsados. En la primera mitad ya se había ido a la caseta Eduardo tras una infinita tangana. Y diez contra nueve, el Córdoba remontó el gol de Cantudo con un tanto de Manolín Cuesta en el último minuto. La prensa local culpó al Tenerife de los incidentes y el Córdoba salió con el cuchillo entre los dientes en el choque copero: Cruz marcó a los dos minutos y repitió a los once ¡tras el noveno córner a favor!

A la media hora Manolín Cuesta hizo el 3-0 que cerraba la eliminatoria. Dos semanas después, la cita en el Heliodoro venía calentita: a los piques citados se unía la lesión del andaluz Manolo tras una entrada de Medina en la ida. Eso sí, el 3-0 de El Arcángel invitó a Moll a reservar a Lesmes, Pepito y Jorge, que se unían a las bajas de los uruguayos Kraus y Ferreira, pues los extranjeros no podían disputar la Copa del Generalísimo. Eso animó al técnico a proponer un esquema más ofensivo y recuperó el 3-2-5 vigente en décadas anteriores.

Así, con los interiores Medina y José Manuel ayudando en mediocampo a la pareja Esteban-Cabrera, el Tenerife gozó de una catarata de ocasiones desbaratadas por el joven Navarro, portero que haría carrera en el Atlético de Madrid, que "en noche plena de aciertos evitó que se duplicara el resultado final", comenta Acacio Labrador en Mundo Deportivo. El Córdoba había hecho goles en todos sus partidos con Moreno en el banquillo, pero el Heliodoro era inexpugnable: tras diez encuentros, sólo Orense y Betis habían marcado en la Isla.

El cuadro andaluz "cometió el error de olvidar el ataque y replegarse ante su portero", aunque no evitó que Gilberto I abriera el marcador con "un trallazo impresionante" desde fuera del área. La segunda parte fue un monólogo del Tenerife, que marcó por medio de José Manuel y luego tuvo superioridad en mediocampo al entrar Mauro en lugar del extremo Gilberto I, cambio protestado por la grada. Sin embargo, el interior blanquiazul regalaría el tres-cero a Caamaño, uruguayo que no ocupaba plaza de extranjero por ser considerado oriundo.

En pleno éxtasis llegó la pelea entre José Manuel y Ávila que acabó con ambos en la caseta y cortó el ritmo local hasta que, ya en la prórroga, Mauro recibió un pase de Medina y superó a Navarro "con un toque suave". "Recuerdo que entré desde atrás y me encontré delante del portero, por lo que antes de celebrar el gol miré al juez de línea, por si lo anulaba", apunta Mauro cuatro décadas más tarde. "De ahí al final, fue la locura", añade un futbolista que valora que la remontada se lograra "con casi todos los jugadores de aquí, tinerfeños". "Bueno", bromea, "menos Molina, que es de Las Palmas... pero se lo perdonamos".

Con ellos y un Heliodoro repleto, "porque entonces siempre se llenaba, aunque era otro Heliodoro, más pequeño", firmó el Tenerife su mayor remontada copera. También eran otros tiempos, cuando el Tenerife aún no le tenía alergia a ese torneo.