Miguel Concepción afronta hoy una de las decisiones más importantes de su mandato en el Tenerife: destituir al entrenador por el que más ha apostado o darle una última oportunidad. No hay más opciones. El presidente y el entrenador hablarán hoy y de ese encuentro saldrá la decisión final, que hasta ayer estaba más encaminada al acuerdo amistoso de rescisión del contrato que une al entrenador con el club hasta junio de 2018. Ahora bien, Concepción no está convencido y maneja también la alternativa de plantearle a Cervera un ultimátum, que consistiría en supeditar su continuidad a que el equipo gane, sí o sí, el próximo sábado en Albacete. Es obvio que nadie en el club ve razonable que Cervera volviese a sentarse en el banquillo del Heliodoro en otro escenario. El clima que se respiró el sábado en el Estadio es uno de los factores que inclinan al presidente hacia la destitución. La grada, antes de pedir la marcha del entrenador, también pidió la dimisión del propio Concepción...

El dilema es grande. A favor de la decisión más traumática hay bastantes factores: el primero, la presión del ambiente, pero también la del entorno del propio presidente, que ha evacuado consultas con resultado desfavorable a la continuidad de Álvaro. Pero, de la misma manera, en la balanza del ultimátum se suman elementos: Concepción cree en Cervera y por eso le dio casi todo el poder deportivo en el club, defendió la idea de que nunca lo cesaría y hacerlo ahora sería una derrota personal, cree que no se pierde tanto por esperar una semana para saber si, como sucedió en Pamplona cuando Álvaro salió muy cuestionado del partido ante el Recreativo, el equipo se une (porque la mayoría del vestuario está con su entrenador), gana en Albacete y tiende un puente hacia la posibilidad de acabar la temporada con Cervera y con la permanencia como objetivo. Pero, además, hay una lectura de la situación que aconseja evitar precipitaciones ahora, porque el próximo viernes se cierra el mercado de fichajes, los refuerzos apalabrados son los que eligió Álvaro y el nuevo técnico no tendría tiempo de hacer su lista de la compra; al contrario, tendría que asumir retoques hechos en base a la idea del entrenador saliente, cuando lo coherente es que el que venga traiga otro concepto de juego.

Cervera, por su parte, está afectado, tanto que parece que si la decisión de hoy dependiera de su fortaleza anímica lo normal es que acepte el acuerdo para salir del club. El supuesto obstáculo económico es salvable, porque en el contrato vigente hay una cláusula que reduce a un año la indemnización por cese y además esa cantidad se puede aplazar para liberar la cobertura con la que pagar al nuevo entrenador.