EL APELLIDO Agné irrumpió el pasado martes en el panorama futbolístico de Tenerife por la contratación de Raúl como entrenador del representativo. Pero, en realidad, ya había tenido un espacio dentro de este ámbito en la Isla. A otra escala pero, al fin y al cabo, un espacio. Antes que Raúl hubo otro Agné en los banquillos -y en el césped o la tierra- tinerfeños. Su hermano. Esta es su historia.
De 1991 a 1998, Vidal -así se llama- residió en Candelaria y, más tarde, Bajamar. "Conozco la Isla como la palma de mi mano y me encanta", apunta. Su profesión, la de profesor de Educación Física, le brindó la oportunidad de establecer con la Isla unos vínculos que no solo mantiene intactos, sino que trata de alimentar con alguna que otra visita a la que fue su segunda casa a lo largo de casi una década, período en el que dio clases en los institutos de Las Indias y Granadilla.
Antes de ser docente, Vidal fue jugador; portero para ser más exactos. Por ejemplo, formó parte de la plantilla del Lleida que peleó con el Tenerife, con éxito para ambos, por el ascenso a Segunda División en la Liga 1986/87. Por eso, cuando empezó a trabajar en Las Indias no desaprovechó la primera ocasión que se le presentó para seguir practicando su deporte preferido. A los pocos días de llegar, en su intento de mejorar las instalaciones del citado centro de enseñanza, contactó con un mayorista de material deportivo que, a su vez, era directivo del Icodense. Así le surgió la oportunidad de hacer una prueba en el equipo de El Molino. "Les hacía falta un guardameta, porque tenían al titular sancionado y al suplente lesionado, y me ficharon. Fue una casualidad", recuerda desde su ciudad natal, Mequinenza, donde ejerce de técnico del club local, de la Regional Preferente aragonesa.
Tras dos campañas compitiendo con el Icodense en Tercera, la 1991/92 y la 1992/93, Agné guardó los guantes, pero no desligó del fútbol. Tenía avanzados los estudios del curso de entrenador y se adentró en esa faceta haciéndose cargo de los equipos juveniles del Satélite y del San Andrés, con el que logró varios títulos, y luego de la primera plantilla del conjunto del barrio costero de la capital (1998/1999). "Iba a seguir, pero tuve que regresar a la Península", señala Vidal, que no perdió la vocación de ser entrenador. De hecho, llegó a ponerse al frente del Binéfar, donde tuvo a sus órdenes a un jugador muy especial, su hermano Raúl, con el que había crecido en una familia muy futbolera. Sin duda, su padre, que fue jugador del Barcelona Atlético, marcó el camino que siguieron luego Vidal y Raúl.
Desde la distancia, pero igualmente sintiéndose parte de Tenerife, Vidal asiste con orgullo a la incorporación de su hermano al club blanquiazul. Este domingo no se perderá, por la tele, el debut contra el Girona. El pronóstico está claro.
"Raúl ha iniciado esta etapa con muchísima ilusión", garantiza Vidal antes de destacar que su hermano es un "enamorado del juego ofensivo y del estilo que tanto gusta en la Isla", aunque igualmente sabe adaptarse a las circunstancias que se encuentra en cada momento. Asimismo, advierte de que los dos son "muy claros" a la hora de hablar. "Lo que piensa Raúl, lo va a decir", añade resaltando otro de los rasgos del nuevo preparador del Tenerife, que se estrenará enfrentándose al "adversario que mejor conoce", un Girona en el que trabajó durante cuatro temporadas (2007/08, 08/09, 10/11 y 11/12).