El Tenerife está transitando el camino de vuelta en la aventura de esta Liga en la que le han sucedido tantas cosas raras. En la primera rueda del campeonato fue la víctima de una serie de errores aislados que le echaron por tierra sus aspiraciones; ahora, esos errores los cometen sus rivales y con ellos le allanan el camino hacia los buenos resultados. Es una especie de compensación natural, que resulta bienvenida, porque parece justa y porque se necesitaba un cambio de dinámica así de grande para salir de abajo. Ayer entró al partido menos intenso que en los anteriores en casa, incluso estuvo media hora por debajo de su rival, hasta tal punto que David García (6'') y sobre todo Merino (21'') perdonaron dos ocasiones clarísimas ante Dani Hernández para poner por delante a Osasuna. Los navarros son un equipo con una evidente descompensación que les hace más endebles cuanto más atrás les obligue a jugar su rival, pero el Tenerife no los forzó nada y por eso aparecieron solo jugadores de ataque rojillo, como Cedrick, que superó varias veces a Moyano cerca del área, o Merino, que desde la media punta pisó el área con mucho peligro. El partido estaba bloqueado para los locales, pero fue el Tenerife el que encontró el camino en una acción casual. Suso centró cerrado una pelota para la que no había rematador, Riesgo hizo honor a su apellido, salió mal, tropezó y dejó el balón suelto para que Ifrán recogiera el rebote y marcase a puerta vacía. Desde que tomó ventaja, en el 34'', el equipo de Agné emergió, Aitor empezó a encontrar la distancia justa para presionar y el Tenerife jugó un tramo de superioridad hasta el descanso. La misma dinámica se prolongó unos minutos en la continuación, que arrancó con varios detalles desde los banquillos: Mateo cambió de banda a los laterales para proteger de la segunda amarillaa Oier, al que relevó pronto (reaparecía ayer 7 meses después), para correr riesgos poniendo a Sisi de lateral, y Agné cambió de lado a los mediocentros, para que Sanz cubriera más la banda de Cedric. El Tenerife entró mejor desde la caseta y tuvo la oportunidad de liquidar el choque, en una acción de fe de Maxi Pérez, que peleó un balón casi perdido y provocó que Ifrán recogiera el rechace y disparase a puerta vacía, pero contra el larguero (51''). Ahí desconectó el equipo de Agné para vivir un largo periodo de dependencia. No se encerró, pero perdió el balón y el control completo de la situación, porque frente al manejo de Osasuna, favorecido por la entrada de Olavide para rellenar el campo por dentro, el equipo local quemó muy rápido sus posibilidades de hacer una contra, jugó al pelotazo sin orientar bien un solo pase para rematar el partido, mientras Mateo corría más riesgos ya sin nada que perder. Cerró con tres y se echó arriba. En vista del cariz que tomaban las cosas, Agné respondió con cambios encaminados a recuperar el control. Entró Cristo Martín por Juan Carlos y, sobre todo en esa línea hay que remarcar la entrada de Cristo Díaz por Suso. El canterano se metió por dentro y desplazó a Maxi al costado derecho, con lo que el equipo perdió un delantero para equilibrar el partido en el medio. La consecuencia fue una jugada de superioridad por la izquierda, en la que Cristo Martín se reencontró a si mismo, aguantó, cambió el ritmo y la puso perfecto al segundo palo donde apareció Maxi para cabecear en plancha a la red. Era el 2-0, a falta de solo seis minutos para el final y parecía la sentencia definitiva, pero todavía el partido tendría un arreón más. Otra acción de Cedrick puso la pelota en ventaja a Nino, que se metió delante de Cristo Díaz y provocó un penalti que, transformado por Nekounam, abriría de nuevo la incertidumbre, ya con un cortísimo periodo de tiempo, en el que sin embargo pasaron más cosas: el árbitro echó al iraní por su segunda amarilla y también a José García desde el banquillo mientras el partido agonizaba bajo un manto de agua. Los puntos se los queda el que más los mereció, un Tenerife que cada vez sufre más para ganar. Está exprimiendo su racha.