Desde que se estrenó el actual sistema de descensos, con cuatro equipos que caen a Segunda B en una Liga formada por 22 clubes, la puntuación más baja del decimonoveno al final de la temporada fue de 43 puntos (Alavés, en 2009) y la más alta, de 50 (en cuatro ocasiones: 2002, 2008, 2010 y 2014).

A falta de ocho jornadas para que acabe el curso, aún no está claro si el descenso estará caro o barato, pero los implicados coinciden en la conveniencia de superar la barrera de los 50 puntos. Por si acaso. El Tenerife está en esa tesitura como el mejor situado de un grupo de siete equipos que tratan de evitar las cuatro últimas plazas, y con ventajas, como la del margen de seis puntos con la puerta que conduce al cuarteto de cola, y algunos inconvenientes, como que le quedan solo tres encuentros en el Heliodoro y cinco en campo contrario. En el caso de que no falle en casa, se garantizará llegar a las 48 unidades, cifra que, por estadística, no asegura la permanencia, de manera que se verá obligado a sumar a domicilio y, por tanto, aprobar a la fuerza una asignatura pendiente.

Y es que los blanquiazules solo han ganado una vez lejos de la Isla, el lunes 3 de noviembre en La Romareda (2-3), y son, con solo ocho puntos (empataron con el Alcorcón, Mirandés, Las Palmas, Recreativo y Barcelona B), los peores de la Liga en este apartado.

En ese desafío, la escuadra de Raúl Agné visitará a tres de sus rivales directos, al Mallorca este sábado (19:00), Racing y Sabadell.

El único aspirante a seguir en Segunda que jugará más veces como local es el Recreativo, mientras que al Racing, al igual que el Tenerife, le quedan cinco salidas.