En este combate sí hubo intercambio de golpes, pero estos dos equipos no eran púgiles de pegada. Hay pocos enfrentamientos en Segunda que representen un contraste tan notorio como un Tenerife-Lugo. La presión contra la posesión. Cada equipo impuso su estilo durante un tramo de encuentro y los dos pudieron ganar, pero ambos se llevan del partido sensaciones diferentes. El Tenerife mandó en toda la primera parte y salpicó la segunda con algunas llegadas suficientemente claras para adelantarse en el marcador. El Lugo mandó durante media hora tras el descanso, fase en la que desplegó su mejor versión, fue profundo y se presentó delante de Dani Hernández con todas las opciones de tomar ventaja. Ni uno ni otro se caracterizan por su contundencia en el área: el Tenerife porque no tiene calidad en la definición; el Lugo porque es más ancho y envolvente que profundo. En realidad, cuando llegaron los dos goles ya nadie los esperaba. La primera parte fue del Tenerife, que logró doblegar en este pulso de estilos a su rival. Apretó en el medio, interrumpió el toque visitante y, aunque muy errático armando juego, fue capaz de avanzar hacia delante y de provocar ocasiones en cascada, casi se diría que cada una más clara que la anterior. Aunque fue un tiro lejanísimo de Luis Fernández el que dio el primer susto (10'') porque el balón besó el larguero, la realidad es que estos 45 minutos enaltecieron la figura del meta visitante José Juan, que evitó cuatro veces un gol cantado. En el 15'' le sacó de la cepa del poste un tiro de falta a Ifrán; en el 21'' salvó el primer mano a mano, contra Maxi; en el 27 se encontró el remate de Ifrán que se había quedado solo tras una cesión de Maxi; y en el 34'' le tapó otro mano a mano a Suso. Todo este caudal de llegadas fue fruto del empuje, de la decisión con la que el Tenerife se impuso en la segunda línea, coronando un ejercicio defensivo impecable, midiendo con oficio desde el fondo para que el carrusel de toque y movimiento de los gallegos no lograra sacar de sitio a ningún defensa y ni filtrar pases. Al descanso, el 0-0 era tan injusto como irreprochable el desempeño de los de Agné, entre los que las pinceladas de Juan Carlos y la personalidad de Aitor con la pelota, estuvieron muy por encima de la capacidad resolutiva de los tres de ataque. Como si se hubiera levantado el telón de un segundo acto, la continuación fue otra historia. Ganó, de largo, el toque. El Tenerife no pudo ajustar la presión, quiso llegar pero lo hizo tarde una y otra vez y el Lugo se adueñó de la pelota. Los de Setién crecieron en su salsa, tocando y moviéndose, hicieron ancho el campo y terminaron de "sacarle la lengua" a los medio centros locales, desbordados. En el 47'', el meta Dani evitó el 0-1 en un remate franco de Luis Fernández tras una ruptura por el costado izquierdo; en el 48'', Toni llegó de frente y su disparo rozó el poste; en el 57'' fue Moyano el que de manera providencial tocó un centro desde la derecha y evitó que marcara a meta vacía Luis Fernández... El Tenerife tardó en dejarse notar en el campo, lo hizo a tirones, sin continuidad y sin dominar nunca el juego, como en la mitad anterior. Es verdad que tuvo ocasiones, pero no fue dueño de su destino. Un disparo de Ifrán desde el borde del área reclamó otra vez a José Juan, que se lució (54''). Y entró en escena Agné, cuyos cambios ayer, porque todo el mundo tiene sus días, fueron insustanciales. La entrada de Cristo por Juan Carlos fue una apuesta por mantener la idea que estaba en caída libre en el campo, en lugar de buscar un ariete que mantuviera la pelota y permitiera el fútbol directo. Luego, para ponerlo (Abdón) tuvo que quitar a Ifrán... A contramano. El uruguayo, que no vio puerta, fue la única fuente de peligro: un disparo suyo acabó en gol anulado a Maxi tras otro paradón de José Juan (65'') y otro de sus derechazos se estrelló de nuevo con las manos del portero (68''), antes de que el propio José Juan salvara dos remates a bocajarro a la salida de un córner (83''). Eran los últimos minutos, en los que el Lugo, cansado, pareció aceptar el empate. Entonces surgió la jugada, un pelotazo de Borja sacó provecho del mal balance defensivo local y originó el 0-1, al que contestó el Tenerife con un empate que no es casual. La jugada nació de la decisión de acumular más poderío aéreo en el área rival, con la subida de Hugo Álvarez "a lo Alexanco". El Lugo no resolvió el lío y eso le costó el empate. Esa, la de apostar por una disputa más física en el área visitante, fue una carta que el Tenerife pudo haber jugado antes y no lo hizo. En fin, para ser justos, el problema es otro: el equipo está negado ante el gol, se está cegando y no ve la salida a su situación.