El Tenerife trabajó el partido, lo llevó a su terreno y supo ganarlo. Ha habido pocas victorias esta temporada en el Heliodoro tan merecidas como la de ayer. En un marco espectacular ambientado al nivel de los derbis, el equipo local fue creciendo según avanzaban los minutos y acabó tan por encima del campeón de Liga que incluso deja la duda, intrascendente por cierto, sobre si no habría pasado lo mismo si el Betis hubiera venido sin estar ascendido. Hay unas pocas claves para explicar la parte esencial del triunfo blanquiazul de ayer, y también algunos nombres propios en los que detenerse a subrayar la importancia de su aportación. Uno de ellos es el de Suso Santana, que se ha convertido por méritos en el campo, en la imagen de las virtudes de un equipo que, en clave de compromiso, devuelve con creces todo lo que recibe de su entorno. Emociona ver la actitud de la gran mayoría de estos futbolistas encabezados por el capitán. El otro nombre de la tarde es el de Juan Carlos Real, que imagino que se estaría relamiendo camino de la banda cuando iba a entrar en sustitución de Cristo Martín, porque el partido era un caramelo para un pasador como él. Dicho y hecho. Entró en el minuto 56 y lo hilvanó todo. El Tenerife, que había hecho una primera parte escasa de profundidad, aunque con absoluto control defensivo de la situación, empezó a llegar al área bética cuando tiró del gallego. Ganó un cien por cien en profundidad, en parte también por la apuesta de Agné, que puso dos extremos pegados a los costados y ensanchó así a la zaga bética. Aparecieron los pases interiores, los apoyos cortos, los movimientos sin balón entrando al espacio, todo encadenado desde la precisión del media punta gallego, para activar un juego de ataque que hizo caer el resultado como fruta madura. Antes del primer gol, el meta Dani Giménez había sacado de la escuadra una volea de Albizua (62'') y había abortado una triple acción de remate en el área pequeña (64''). El Tenerife ya jugaba un fútbol de posición con notable nivel de precisión, gracias a ello redujo su campo de acción y conectó a todo el frente de ataque, en especial en el sector derecho. La aportación de Moyano fue excelente. Cada subida del lateral a tres cuartos de campo empujaba un poco a Suso hacia el interior y lo acercaba al desenlace de las jugadas. Eso sucedió en el primer gol, en plena avalancha, en el 71''. Una maravilla combinativa: Suso tocó hacia Juan Carlos y tiró una diagonal hacia dentro, el gallego se la dio a Ifrán que entró solo y cedió en bandeja al tacuense para que desatara la locura en el Heliodoro empujando el balón a la red. Mel reaccionó metiendo en el campo a Jorge Molina, que casi empata bajo palos en su única intervención solo dos minutos después de encajar el gol. En realidad, el Betis no tiró ni una vez a portería. Es verdad que tuvo el balón los diez primeros minutos, pero en cuanto el Tenerife avanzó su presión al campo contrario, los andaluces solo vieron desde muy lejos a Dani Hernández. Jugaron intensos, pero nunca crearon superioridad, ni por dentro ni por fuera para desbordar y, asfixiado por las buenas vigilancias de Albizua, Rubén Castro pasó por el partido sin dejar ni una señal de su indiscutible calidad. Bruno, sin embargo, hizo un partido notable. Tras el 1-0, el Tenerife se recogió un poco y esperó su oportunidad, pero no dejó de luchar, de disputar cada balón metro por metro. De hecho, varios actores principales del equipo acabaron acalambrados, extenuados. El segundo gol cayó solo. Fue en otra combinación juntando jugadores por la derecha. Suso jugó profundo al desmarque de Vitolo, que la puso de primera en la zona de remate, y también de primera, Ifrán cruzó al palo contrario. El meta Dani la sacó, pero de dentro... Faltaban diez minutos, pero quedaban pocas fuerzas bajo el sol de justicia que soportaron miles de aficionados en las gradas, ya haciendo la ola y dando por hecha la salvación de su equipo. Entró Arnáez por el agotado Omar, que había hecho un partido de categoría -él solo provocó tres tarjetas amarillas en la banda izquierda- y se fue del campo Lolo Reyes expulsado (81'') para sobrecargar de trámite los diez últimos minutos, en los que el Tenerife aguantó al límite de su físico, pero tan solvente en su defensa del marco como lo fue todo el partido.