El Barcelona confía mañana (19.00 horas) en el efecto ambiental del Palau Blaugrana para ganar el tercer partido de la serie final de la Liga Endesa y evitar, así, que el Real Madrid levante el título ante la afición azulgrana, algo que no sucede desde la temporada 2006-07.

Además de luchar contra el poderío del vigente campeón de Europa, el equipo de Xavi Pascual, sin margen de error después de caer en los dos primeros encuentros de la serie disputados en Madrid, deberá sortear el peso de la historia que, hasta la fecha, dice que ningún equipo ha sido capaz de darle la vuelta a un 2-0 en contra en una final de la ACB disputada a cinco partidos.

En cualquier caso, el vigente campeón de la competición tiene que replantear cómo hacerle daño a un rival que le ha maniatado en los dos primeros encuentros disputados en el Barclaycard Center de la capital española.

Más allá de recuperarse anímicamente e insistir en la intensidad defensiva y en el deseo ofensivo, el control de los aros se prevé como una de las claves del encuentro.

En las dos primeras batallas el Real Madrid no solo se ha mostrado intratable desde el perímetro, sino también en el aspecto reboteador, donde sus interiores han ganado la partida a unos más que discretos Ante Tomic, Tibor Pleiss, Justin Doellman y Maciej Lampe.

Pascual también deberá conectar a los suyos en los primeros latidos del partido, algo que no sucedió en Madrid. Un parcial de once a cero en el primer encuentro y otro de 31-10 en el segundo condenaron al Barcelona, que siempre fue a remolque de los de Pablo Laso.

Así las cosas, los exteriores azulgrana tienen ante sí la doble misión de mostrarse acertados desde el perímetro y concentrados defensivamente para evitar que cañoneros como Sergi Llull -autor de 24 puntos en el segundo partido- y Rudy Fernández estén cómodos en la pista.

Pero, sobre todo, Pascual deberá dar respuesta al reto de recuperar anímicamente una plantilla sin alma, frágil mentalmente, que ante un Real Madrid pletórico no ha sido capaz de mostrar ni un ápice del espíritu combativo que el año pasado encontró para birlarle al eterno rival una liga que parecía sentenciada.

La historia, sin embargo, no acompaña al Barcelona, y las sensaciones, tampoco, por lo que mucho tendrán que remar los azulgrana si quieren evitar que el Real Madrid les deje a cero en la final y levante el triplete ante una afición que, poco a poco, empieza a perder la paciencia con el equipo.