El Tenerife sigue inmerso en su particular pesadilla. Ayer rescató un punto en El Alcoraz, pero la mejoría se redujo al hecho en sí, más que a la imagen, que sigue dejando bastante que desear. El proyecto blanquiazul 15-16 no termina de arrancar y las sensaciones que transmite invitan a pensar que le costará alcanzar la velocidad de crucero. De momento, el verbo ilusionar, tan desgastado en verano, se conjuga con un "des" delante. El equipo ha perdido su seña de identidad principal, la intensidad y el robo, y cuando tiene la pelota en su poder no juega absolutamente a nada. Desde la verdad, igual que sumando puntos, se progresa mejor. Debió pensar Raúl Agné que el asunto no era tanto cuestión de jugadores como de su propia labor porque solo realizó un cambio (Omar Perdomo por Abel Suárez), justo el que atacaba su dibujo táctico de la jornada anterior. Pero no sustituyó a futbolistas de rendimiento dudoso por otros que vienen pidiendo paso. Se quedó Jorge con las ganas y le pasó lo mismo al flamante internacional sub''19 Cristo González (ayer sin minutos) y al argentino Tomás Martínez. Y claro, la cosa no mejoró casi nada. La primera media hora de partido pareció una continuidad del desastre de Soria: líneas separadas, presión desajustada, duelos individuales perdidos, nula creación de fútbol... En resumen, una caricatura de equipo. Siempre quedará la excusa de que el origen de todo estuvo en el primer minuto. Y habrá que aceptarlo al menos como atenuante. Porque fue un error individual, sí individual, lo que puso por detrás en el marcador a los visitantes. Un disparo de Darwin Machís desde el vértice izquierdo del área fue rechazado de mala manera por Dani Hernández. El regalo lo aprovechó Luis Fernández ante una adormilada zaga rival (1''). Con la fuerza que da verse por delante, los de Tevenet desarbolaron al cuadro tinerfeño a base de intensidad y algo de criterio con el balón en los pies. No necesitaron un fútbol de ensueño para disponer de ocasiones para aumentar su renta. Fran Mérida, en un robo a Aitor Sanz, volvió a probar los nervios del portero adversario (11'') sin que en esta ocasión pudiera aprovecharlo Juanjo Camacho. Enfrente, un desierto. El único oasis se llamaba Anthony Lozano. Peleó cada balón, incomodó a la defensa oscense y dio un respiro a sus compañeros. Tanto que a los 28 minutos recibió en la frontal del área, se hizo sitio para el disparo y cruzó de manera magistral para que Whalley no alcanzara a evitar que el esférico besara la red (28''). El empate era absolutamente inmerecido. Pero la calidad, en esto del fútbol, decide. Desde hace rato calentaban Tomás Martínez y Jairo Izquierzo, pero se llegó al descanso sin novedad. Tras el receso pareció más firme el Tenerife. A los tres minutos, Pedro Martín dispuso de su primera oportunidad. Aunque algo forzado, disparó obligando a Whalley a tapar. Pero fue un espejismo porque el meta de la escuadra oscense no volvería a intervenir hasta 40 minutos más tarde. En ese tramo se vio un espectáculo impropio de la Segunda División. Poco o nada de fútbol. El Huesca se dedicó a abrir el juego a las bandas y colgar balones sobre el área. Invitó a ello la entrada de Moya, un nueve de los de antes, que asistió a Luis Fernández en la mejor oportunidad local de la segunda parte. Esta vez abortó Dani Hernández la posibilidad (64''). La acción vino por un despiste de Germán, que rompió la línea y dejó en posición correcta al delantero local. Los de Agné se fueron echando atrás, nadando para guardar al menos el punto que les quitara el mal sabor de boca de las dos derrotas. Tanto se refugiaron cerca de su área que, cuando recuperaban el balón, lo quemaban sin ton ni son. Despejando más que intentando combinar. Por eso se quedó en nada el cambio de Tomás Martínez. Su técnico "denunció" que había tardado más de un cuarto de hora en tocar su primer balón. Quiso dejar claro que le faltaba... y lo que hizo fue dejar al descubierto el mal funcionamiento de su equipo, incapaz de encontrar a su jugador de más calidad sobre el césped. Sí acertó con la entrada de Abel, que permitió soltar a Aitor en la presión y taponar la derecha. Un robo del madrileño puso en bandeja el 1-2 a Pedro, que falló ante Whalley (88'').