Si hay que establecer una escala de importancia sobre el juego y el resultado, parece mucho más trascendente el desempeño futbolístico del Tenerife que su indiscutible victoria de ayer. La gran asignatura de este comienzo de temporada ha sido encontrar un estilo, elegir una idea y darle continuidad. Después de cinco pruebas diferentes, Agné insistió ayer sobre la base de la pasada temporada. Es la segunda semana consecutiva de su apuesta (4-3-3). Cambian matices en función de sus rivales, pero al fin y al cabo, ya es una línea a seguir. El camino lo marca una segunda línea que rellena mucho el campo en los espacios intermedios, porque el hecho de que Vitolo juegue encajado como único pivote, permite a Cristian y Aitor Sanz cubrir más campo por delante. Es a esa altura del terreno de juego, en la zona del "8" y el "10" clásicos, donde el Tenerife tapa la salida del rival y es ahí también donde se gestan las transiciones enganchando con los de arriba. Suso y Pedro Martín arrancan desde tres cuartos de campo, por detrás de Lozano y, uno con la ventaja que le da su técnica para hacer controles en carrera y el otro con su velocidad, tienen 25 metros letales hacia delante. Por si fuera poco, ya viene asomando un gran definidor, Lozano, que necesita muy poco para hacer gol, porque maneja muchos recursos para terminar de moldear las jugadas en el área. No fue el partido soñado -al contrario, más bien austero de calidad-, pero al Tenerife de ayer al menos se le reconoce un estilo, discutible, como todos, pero su funcionamiento colectivo permite hacer crecer los rendimientos individuales y en el fútbol la confianza es contagiosa como evidenció ayer Dani Hernández, que apareció en su mejor versión para salvar el resultado en los momentos más comprometidos, que los hubo. El Mirandés puso de su parte con su blandura en los dos lados del campo. Atrás jugó muy descubierto, con tres defensas cerrados por dentro, lo que dejó la contienda mano a mano con los tres atacantes locales, y delante malogró sus ocasiones antes y después del primer gol de Lozano en una primera parte en la que el Tenerife aceptó por conveniencia que su rival tuviera la pelota para provocar que se descubriera y sorprenderle en las transiciones. Hubo más ocasiones que juego: Cristian pudo marcar en el 11'', con un disparo desde la frontal que repelió Raúl y Lago Junior rozó el gol en la otra área disparando muy cruzado en el 20'', antes de que en otra contra a Suso se le acabara el campo cuando quiso controlar solo delante de Raúl tras un gran pase de Pedro Martín (36''). El Tenerife ya había ajustado la presión en el medio, con Cristian y Aitor muy dinámicos, y encontró su premio en el 38'' en una combinación entre el propio Cristian y Suso, que éste dejó en bandeja a Lozano. El hondureño puso el pie y colocó el balón abajo, cerca del poste. El Mirandés, aún vivo, replicó solo tres minutos después con un cabezazo de Galán al que respondió Dani con una parada impresionante, que selló la ventaja para ir al descanso. Será por instinto de conservación, pero el Tenerife cometió la temeridad de dar un paso atrás que pudo costarle caro en la primera media hora del segundo periodo. Terrazas empezó a cambiar piezas y colocó otro delantero, Ion Vélez, que fijó más a los centrales, y así consiguió llevar el partido a su zona de ataque. Néstor puso a prueba a Dani en el 52'', Galán remató solo de cabeza por fuera en el 66'' y Ion Vélez acarició el empate que evitó Dani con el pie junto al poste en el 67''. El Tenerife no salía de su repliegue y el público se impacientó con Agné, hasta que el técnico movió ficha: quitó a Pedro Martín y con la entrada de Jairo modificó un poco la estructura, porque formó con una segunda línea más ancha, de 4 hombres, para frenar las entradas burgalesas por los costados. El efecto que tuvo su cambio fue balsámico, con la suerte añadida de que dos minutos más tarde llegó el 2-0, en una acción de estrategia. Jairo, que aprovechó su ratito, lanzó un córner, Alberto prolongó de cabeza, Raúl falló en el despeje y Aitor llegó para marcar por bajo. La tranquilidad de verse ganadores llegó al campo de una manera muy notable, tanto que el equipo se liberó. La demostración es la manera de gestar el 3-0: Cristian y Aitor tocando en tres cuartos ¡como si nada! hasta que apareció el pase de Sanz que Lozano convirtió con arte en una asistencia. Un gran resultado, que sin embargo, no es lo más importante que deja este partido.