Para los aficionados ochenteros al baloncesto, el de Abromaitis no es un apellido que pasa desapercibido. Tim Abromaitis, actual jugador del Iberostar Tenerife, repasa la experiencia en España de su padre Jim, hace un cuarto de siglo, allá por la 80-81, un par de años antes del nacimiento de la ACB según su actual formato y cuando aún ni siquiera existía la línea de triples.

El área de comunicación del CB Canarias elaboró este reportaje sobre Abromaitis, padre e hijo, quienes tienen en común su militancia en la liga española.

El alapívot aurinegro habla de las raíces cestistas en su familia; del salto a Europa, tras su etapa en los Fighting Irish de Notre Dame; y de las prestaciones sobre la cancha de su progenitor, jugador en su día del Real Madrid. La suya es una historia de las que vale la pena contar. Y eso que el paso de Jim por el equipo blanco no fue lo exitoso que muchos esperaban, entre otras cosas, porque tenía un listón verdaderamente exigente, el de cubrir la baja de Walter Sczcerbiak, curiosamente también luego jugador aurinegro.

Con Rafa Rullán lesionado y Fernando Romay haciendo el servicio militar, a Lolo Sainz, entonces técnico del Real Madrid, le gustaba apostar por una pieza entonces no muy habitual en el baloncesto de la época, la del tres alto. Lo había hecho antes con John Coughran y repitió la apuesta con Jim Abromaitis, un rookie recién salido de la Universidad de Connecticut y drafteado por los New Jersey Nets en 1979, en quinta ronda.

Jim, fichado en principio solo para la Copa de Europa, aquella Copa de Europa de los potentes TSKA o Macabbi y en la que también competía el Al Zamalek egipcio, compartía equipo con Randy Meister y Luismi Prada, a la postre jugadores del CB Canarias. Abromaitis padre ficharía luego por el Trieste italiano, antes de jugar también en Turquía y Japón.

Tim, que asume ahora el relevo de su padre en la élite del basket español, confiesa a CBC TV que si bien ocupa una posición parecida a la de Jim, tira mejor que el patriarca de la saga. El jugador habla igualmente sobre el salto de la NCAA a Europa y repasa sus primeros dos meses en la Isla.