A las 17:45 horas, justo cuando el infame árbitro alemán dio el pitido inicial, parecía cantado el pinchazo. Pero la gente siguió entrando al Heliodoro como si las puertas se hubieran abierto de par en par hasta alcanzar una cifra que la organización situó en 15.000 espectadores. Con la presencia de numerosos niños, atraídos por el "producto selección española", unas 10.000 banderitas rojigualdas, numerosas camisetas de "La Roja" y pancartas de todo tipo, el colorido quedó garantizado.

Las caras conocidas fueron numerosas y, si el Estadio no lo consiguió, el palco sí que colgó el cartel de "no hay billetes". Se echó en falta, eso sí, a Juan Padrón. Pero el presidente de la FTF y vicepresidente de la RFEF volvía con la expedición nacional de Ucrania. Entre las curiosidades, el cambio de banquillo. Porque Celades, enfadado a partes iguales con el césped y el colegiado, se sentó en el que habitualmente es para los visitantes. Pero el reto queda lanzado: Tenerife quiere a la absoluta y, para entonces, promete el lleno. "Si pasamos de los 10.000, lo intentaremos", había prometido la Federación. Toca cumplir el sueño.