Raúl Agné se despidió ayer como entrenador del Tenerife con "sensaciones confusas", por el peso de la culpa de no haberle sacado al equipo el "máximo rendimiento" y, al mismo tiempo, con la satisfacción de haber tocado techo en su carrera al trabajar en un club como el blanquiazul, "el mejor" de todos en los que ha estado.

El técnico recibió a primera hora la noticia de que iba a ser despedido. A continuación se acercó a El Mundialito, donde tenía programada una sesión que finalmente no dirigió. Su intención era la de despedirse de los futbolistas y de su equipo de trabajo. Acto seguido, Agné se marchó al Heliodoro, donde, a mediodía, ofreció una rueda con el director deportivo de la entidad, Alfonso Serrano.

Unas semanas antes había advertido de que el fútbol es una "trituradora" de entrenadores, se manera que no sorprendió que se mostrara resignado y comprensivo con los dirigentes del club. "Los resultados están ahí, no son los que queríamos. Acepto y respeto la decisión", declaró el aragonés antes de apuntar que "si no ganas, no cuentes milongas ni hables de estilos, eso es mentira".

Agné confesó que sus sensaciones eran "confusas", y se explicó reconociendo, por una parte, que no supo "sacarle al equipo el máximo rendimiento", algo que le hacía sentir "un poquito culpable", y por otra, que el Tenerife es "el mejor club" de los que ha estado. "Lo más importante es que he encontrado unas excelentes personas que me ayudaron mucho. Siempre me he sentido respetado, valorado y querido por el club, empezando por el presidente y siguiendo con Alfonso", remarcó Raúl, quien notó el apoyo de la entidad incluso en los peores momentos. "Hace mucho que se habla aquí de match-balls y siempre me sentí respaldado".

Poniendo en una balanza lo mejor y lo peor de su experiencia en el representativo, colocó en el primer plato el privilegio de "haber estado" en el Tenerife y de haber participado en la obtención de la permanencia la temporada pasada. Y en el opuesto situó la decepción de "no haber podido estar ahora con más puntos". Al respecto, aseguró que tenía "la conciencia muy tranquila", porque se entregó "en cuerpo y alma" al club.

Fue un trayecto de nueve meses, pero a Raúl le parecieron "tres años, porque es un club que desgasta mucho". En cualquier caso, aclaró que se va con "las mismas fuerzas" del primer día.

Agné deja a un Tenerife que se encuentra en una situación "que no es crítica, pero sí peligrosa". Además, lo hizo pidiéndole ayer, en su última visita al vestuario, un mayor esfuerzo a los futbolistas. "A los entrenadores no los echan los clubes, sino los resultados, y los que juegan son los futbolistas. Lo que he pedido es que, de una vez por todas, se crean que son mejores y que pueden ganar a cualquiera. Son buenos profesionales, pero los domingos tienen que ayudar un poquito más ganando".

En cuanto a su relación con la afición, contó que percibió "mucho respeto", pero no el afecto que se le dispensa a los entrenadores que alcanzan éxitos. "No puedo tener un cariño máximo porque no he hecho algo para que me lo den. Agradezco que hayan valorado a la persona y al profesional".

Por último, Agné afirmó que sería "de género idiota" decir que se considera "un canario más", ya que, en realidad, es "peninsular, un godo". No obstante, garantizó que sí será seguidor del Tenerife, al que le desea "lo mejor".