Hay estadios y estadios. Algunos quedan grabados por infinidad de recuerdos y otros pasan sin pena ni gloria por la historia de un equipo concreto. En el caso del CD Tenerife, el Carlos Belmonte de Albacete ha sido el escenario de partidos que, con el paso del tiempo, se siguen recordando. Allí, sin ir más lejos, arrancó el equipo de la temporada 00-01 que acabó ascendiendo a Primera División 42 jornadas después. Lo hizo con derrota y, en ese encuentro, debutó con la camiseta blanquiazul el ahora entrenador Pep Martí.

Años más tarde (curso 08-09), ganó allí el conjunto insular con un gol de Cristo Marrero que confirmaba a los suyos en puestos de ascenso a la máxima categoría. Ya no los abandonaría hasta el final de Campeonato. Es esa una de las dos victorias conseguidas en las cuatro últimas visitas realizadas al terreno de juego manchego. También ganó en Segunda B (11-12) por uno a dos en un choque que jugó como titular uno de los integrantes de la plantilla actual del Tenerife: Abel Suárez. En medio de estos éxitos, se dio un empate a uno. Fue en la temporada del descenso a Segunda B (10-11). Casualmente, fue el primer partido que disputaron los futbolistas dirigidos por David Amaral con la plaza entre los cuatro últimos de la clasificación ya confirmada de forma matemática.

Otra mala noticia en el Belmonte se dio la pasada campaña. La derrota (3-2) puso punto final a la etapa de Álvaro Cervera como entrenador blanquiazul. Después de una agonía de semanas, Miguel Concepción se rendía a la evidencia y destituía al técnico del ascenso a Segunda A. Fue en un encuentro con polémica por un gol anulado a Carlos Ruiz por un fuera de juego inexistente.

El que tuvo validez fue el segundo del Tenerife aquella gélida tarde en el coqueto campo albaceteño. Lo marcó un chiquillo de 17 años que, por la baja de Diego Ifrán, retornaba a una convocatoria del primer equipo. Aislado del sufrimiento y la presión de sus compañeros, Cristo González dio otro aire al equipo en la segunda parte y anotó su primer gol en el primer equipo y, por tanto, en el fútbol profesional. Fue una preciosa vaselina que, tras un córner, sorprendió a Dorronsoro.

El joven canterano ya no volvió a jugar más de 36 minutos. La siguiente semana, en el debut de Raúl Agné, dispuso de 22. Luego bajó al filial y no regresó a la disciplina del primer equipo hasta la última jornada de la competición en Soria, ya con la permanencia certificada. Ese día entró en la segunda mitad cuando solo quedaban 14 minutos para el final del encuentro.