Tomas Walsh, un lanzador neozelandés de 24 años, se proclamó campeón mundial de peso bajo techo en la final más concurrida de la historia, y Estados Unidos, ganador de los seis títulos anteriores, no estuvo siquiera en el podio.

La final directa, con 19 lanzadores en liza, coronó a Walsh en una disciplina de honda raigambre estadounidense.

Estados Unidos había ganado los seis últimos títulos pero fue a perder la corona en casa. Walsh, bronce en la edición anterior, no dio la menor opción a sus rivales. Batió tres veces el récord de Oceanía y desde la segunda ronda, cuando lanzó 21,60, dejó el concurso visto para sentencia, aunque luego mejoró en la cuarta (21,64) y en la sexta (21,78).

El fracaso estadounidense adquirió dimensiones catastróficas, ya que ninguno subió al podio. El rumano Andrei Gag (20.89) y el croata Filip Mihaljevic (20,87) recogieron las otras dos medallas. El mejor estadounidense fue Jonathan Jones, quinto con 20,31 por delante del argentino Germán Lauro (20,24).