La victoria ante el Levante, insuficiente para mantener la categoría, culminó la semana más dura en la historia reciente del Rayo Vallecano, que lloró su regreso a Segunda cinco años después.

De depender de sí mismo durante toda la temporada a soñar con un milagro de última hora con una carambola de terceros en la jornada final contra el Levante.

Así cambió de manera tan radical el panorama del Rayo Vallecano en una semana que siempre será recordada por los asuntos extradeportivos y lo poco que se habló de fútbol.

La derrota en Anoeta frente a la Real Sociedad, inesperada hasta por sus rivales por el descenso como Getafe y Sporting, según reconocieron algunos miembros de esos clubes públicamente, hicieron saltar las alarmas en el club madrileño.

Después de la buena segunda vuelta realizada, con victorias ante rivales de entidad como Celta de Vigo o Villarreal, y derrotas en las que pusieron en muchas apuros a Athletic, Real Madrid o Atlético, nadie en el club ni de la afición podía sospechar que justo cuando más lo necesitaba el equipo peor lo haría.

"Necesitábamos el mejor día para seguir dependiendo de nosotros mismos y, posiblemente, hemos tenido el peor día de la temporada. Creo que nos ha podido la situación, muy complicada y de mucha tensión. No hemos estado a la altura que se demandaba de nosotros", dijo Jémez tras caer en Anoeta.

La derrota ante un rival que no se jugaba nada como la Real Sociedad y que no tuvo la intensidad que acostumbraba en otros partidos, unido al bajo rendimiento de varios jugadores, dio pie, según fueron pasando las horas y los días, a que se empezara a analizar con lupa el encuentro.

Una bajada de un punto en la cotización del partido en las casas de apuestas fue el detonante para que la Liga de Fútbol Profesional (LFP) decidiera abrir una investigación por sospechas de irregularidades en el encuentro por parte de seis jugadores del Rayo.

El ruido por la supuesta implicación de los futbolistas en esas irregularidades llegó a tal punto que el viernes, a 48 horas del choque contra el Levante, la plantilla quiso mostrar su malestar con las informaciones de la prensa y la LFP y los dos capitanes, Trashorras y Cobeño, leyeron un comunicado negando las acusaciones.

Esa comparecencia de la plantilla se llevó a cabo solo dos días después de que Paco Jémez pidiera por sorpresa y sin avisar a nadie del club que quería dar una rueda de prensa para explicar algunas cuestiones. Durante su discurso, el técnico del Rayo aseguró que no se había reunido con nadie de otro club para cambiar de aires y puso a disposición de la prensa su pasaporte para negar que se hubiera visto en Singapur con el dueño del Valencia, Peter Lim, y el representante Jorge Mendes.

"La semana está siendo más dura, pero no en lo deportivo. Nos ha pillado una tormenta como esta y hay que capearla, pero tenemos la conciencia muy tranquila. Nosotros damos nuestra opinión y tenemos que ser profesionales. Hay que transmitir tranquilidad", dijo Jémez en la previa del choque ante el Levante.

El descenso a Segunda abre un periodo de incertidumbres en el Rayo. Paco Jémez acaba contrato pero ha dejado abierta la posibilidad a seguir si el club ofrece un buen proyecto con ciertas garantías para ascender y Felipe Miñambres, el director deportivo, con una oferta del Celta, tiene que decidir en los próximos días si su futuro está en Vallecas o en Vigo.