Más de 230 partidos vistiendo la camiseta blanquiazul, un ascenso a Primera y un sinfín de vivencias, buenas y malas, se acumulan en las nueve temporadas de Ricardo como jugador del Tenerife. Todo sucedió muchos años después de que se colara en el Heliodoro para ver jugar a sus ídolos, unos pocos más tarde de debutar cuando ya casi no se lo esperaba, de triunfar como nunca creyó que lo haría y de marcharse, por segunda vez, de la mejor manera posible.

¿Qué es el Tenerife para Ricardo?

Todo. Es un sentimiento, es el equipo de mi tierra, donde siempre quise estar y el escudo que siempre quise defender. Yo era del Tenerife de niño, ni del Madrid ni del Barcelona.

¿Cuesta decir adiós?

Cuesta hasta asimilarlo. Me gusta más decir adiós de esta manera que como la otra vez, que fue bastante desagradable. Lo único que quería era despedirme con mi familia en el Estadio y de la afición, de mis compañeros... Salió muy bonito todo y muy natural. Para mí ya es inolvidable.

¿Lo esperabas?

No me cogió por sorpresa. Esto es fútbol profesional y hay que estar preparado.

¿Cómo fue la conversación?

Primero hablé con Alfonso (Serrano) y luego con el míster. Me dijeron que había sido un ejemplo este año de comportamiento.

¿A quién se lo cuenta primero?

A mi familia y a mis amigos. El mismo sábado también se lo dije a algunos compañeros que se merecían saberlo porque comparto más tiempo con ellos. Reaccionaron con pena porque tenían la ilusión de que siguiera. Pero es algo normal. Cada año se van algunos.

¿Tiene ya claro lo quiere hacer?

Estoy asimilando la despedida y todavía no sé por dónde tirar. Quiero disfrutar de las vacaciones y espero tener alguna oportunidad de seguir jugando.

¿Cuántas veces ha repasado estos nueve años desde el sábado?

Un montón de veces porque hay muchísimos momentos, tanto buenos, inolvidables, graciosos y malos. Son muchas emociones y cuando empiezas a recordar, te emocionas y hasta puedes llorar.

Su mejor momento, el ascenso.

Algún derbi que viví, que he jugado muchos, y el ascenso a Primera. Ese año que vivimos, la llegada después de ascender en Girona, el momento de la plaza España... Fue muy bonito.

El peor...

El descenso a Segunda B. El equipo estaba preparado para otra cosa, bajamos y yo acabé saliendo mal para un sector de la afición. Creo que fue un malentendido. Cosas que pasan.

¿Y su mejor partido?

El del Osasuna, en la segunda jornada de Primera. Di un pase de gol a Nino, marqué desde fuera del área... Fue una actuación muy completa. Es el que más me llenó.

¿Y el peor?

Ha habido muchos malos (ríe). Mira, este último en Mallorca y alguno de la temporada del descenso. Pero de eso se aprende.

Todo empezó en Tarragona...

Recuerdo que había bajas y David Amaral apostó por mí. Hacía mucho frío y yo no había jugado nunca fuera de la Isla. Luego entré, salió todo bien y tuve continuidad.

¿Qué le dijo antes del debut?

Que jugara como en el B. Que él sabía que estaba capacitado. Es uno de los principales responsables de que yo esté aquí ahora. Luego hay otros, pero él tiene una responsabilidad grande porque me abrió la puerta del primer equipo.

Entró usted en un añito difícil.

Dos meses antes había dimitido el consejo, el secretario técnico, el entrenador... Fue todo raro, pero logramos sacarlo adelante.

Y empezaron a llegar Sanmartín, N''Diaye, Óscar Pérez, Manolo Martínez, Juvenal, Richi, Mikel Alonso, Román Martínez...

Sí. Vinieron muchos compañeros. Y el año del ascenso, en el que piensas que menos vas a jugar, es en el que más y mejor jugué.

El antes y el después fue aquel partido de Copa contra el Córdoba.

Fue la primera vez que jugué con Richi y Alfaro por delante, que hizo un gol de medio campo. Luego hicimos un partidazo en Liga contra el Alicante y ganamos.

¿Qué ha significado Oltra?

Él siempre me dice que el primer año no fue justo conmigo porque, con tres en el medio, no me encontró la posición. El segundo tuve encaje y apostó por ese sistema. Pero yo, jugando o no, siempre lo valoré como entrenador.

¿Aprendió mucho con Richi?

Vino de Murcia rescindido y Santiago Llorente lo firmó. Tenía muchas cualidades. Era llegador, tenía gol, una colocación increíble. Fue fundamental.

Serían los mejores meses de su carrera deportiva.

Es que salíamos al campo, ya en la racha buena, pensando que íbamos a ganar. Nos daba igual Anoeta que Salamanca o donde fuera. Jugábamos bien, éramos superiores... Fue un año bonito.

Y llegó el año de Primera.

A pesar del descenso a la gente le gustaba como jugaba el Tenerife. Es cierto que encajábamos muchos goles y eso nos costó el descenso a Segunda.

Lo malo, el golpe de Iturraspe.

Estaba en un momento bueno y estuve dos meses sin jugar por ese encontronazo. Fue clave.

Ya ha dicho el motivo del descenso, pero... ¿En qué partido cree que se escapó?

Para mí, contra el Almería en casa. Ganando estábamos casi salvados. Ellos no se jugaban nada.

¿Qué se siente con el descenso?

Es un palo grande. Saboreamos la Primera, pero no la disfrutamos del todo en un solo año.

Lo que era imposible de vaticinar fue lo del año siguiente.

No, porque se fichó gente con cualidades y veías muchos jugadores buenos. Pero las cosas no salieron bien desde el principio y el vestuario se fue rompiendo. El equipo empezó mal, pensábamos que ya reaccionaríamos y, aunque con Tapia salimos, luego enganchamos cuatro resultados malos y no levantamos cabeza.

Hubo quien le señaló.

La gente pensó que lo tenía hecho con el Sporting y yo no supe parar el bulo. El recibimiento contra la Ponferradina fue triste. Pero está olvidado. No guardo rencor. En el verano, el club estaba apurado y acepté irme perdonando dinero. Lo hicimos Nino y yo.

Y dos años después vuelve.

Era el Tenerife. Yo estaba apartado en el Sporting y me llama Quique Medina, que apuesta por mí. Mi familia valoró tenerme en casa y todo salió bien. Aunque yo sabía que habría críticas.

Las acalló con fútbol.

Fue poco a poco. En pretemporada me decían cosas, el equipo no empezó bien. Pero poco a poco mejoramos y llegó un momento que jugábamos muy bien. Fue la temporada de Ayoze Pérez.

Esos siete partidos.

Estábamos haciendo un temporadón. Mis compañeros me apoyaron mucho. Lástima el final.

El año de Cervera y Aitor Sanz.

Álvaro me trató como uno más, pero Quique y él fueron fundamentales para mi vuelta. Me resucitaron para el fútbol. Aitor es un pedazo de jugador, un pulmón.

Y en la 14-15, las lesiones.

Me lesioné en pretemporada, luego a las pocas jornadas y con el cambio de entrenador, que estuve dos meses. Este año me pasó igual. Son momentos inoportunos.

Le faltó continuidad.

Un jugador de mis características se va sintiendo mejor con minutos. Pero esto es el fútbol.