Albania es la selección número 42 en el ranquin FIFA, la peor clasificada de las 24 que jugarán la Eurocopa de Francia. Por eso y por su errática trayectoria hasta ahora, su presencia en la cita continental es un milagro. Y un milagro que tiene nombre propio: Gianni de Biasi.

De 59 años, el técnico italiano pero ya con nacionalidad albanesa, realizó nada más llegar al cargo un "scouting" para saber qué jóvenes jugadores con doble nacionalidad podían ser captados para su nueva selección. El capitán Lorik Cana, jugador del Nantes, adoptó un papel decisivo para convencer a futbolistas como Berisha o Taulant Xhaka, kosovares como él. El hermano de este último, Granit, eligió por ejemplo Suiza en un caso similar al de Thiago y Rafinha Alcántara.

El objetivo era evitar las constantes fugas de figuras como Shaqiri, Dzemaili, Mehmedi y Behrami (Suiza), Mustafi (Alemania) o Januzaj (Bélgica) que habían minimizado las opciones de éxito de las "Águilas" durante generaciones y generaciones. Los reclutados, junto al zaguero del Nápoles Elseid Hysaj, forman la columna vertebral del país balcánico que siempre veía triunfar a sus vecinos.

Cuando De Biasi llegó al cargo en 2011 nadie hubiera apostado un solo lek (la moneda oficial del país, que es candidato a adherirse a la Unión Europea) por Albania. "Muchos se rieron de mí cuando acepté el cargo de seleccionador, pero es la mayor satisfacción de mi vida porque sé que hemos hecho feliz a toda una nación", comentó después de la histórica clasificación.

No fue un camino de rosas para Albania, encuadrada en el mismo grupo que Portugal (a la que ganó a domicilio 0-1), Dinamarca o la vecina Serbia. La rivalidad étnica, acrecentada con el desmembramiento de Kosovo de la segunda, provocó la suspensión del partido disputado en Belgrado. Un dron que sobrevoló el estadio con la bandera de la Gran Albania, una creación fascista que precedió a la dictadura socialista de Enver Hoxha (entre 1944 y 1991), disparó los incidentes. El árbitro suspendió el choque y la UEFA dio por ganado el duelo a los albaneses por 0-3.

El acceso a la Eurocopa quedó cuesta abajo, aunque los tropiezos en tiempos de prolongación ante Portugal o Serbia en casa alargaron la celebración. Finalmente, la victoria ante Armenia (0-3) el 11 de octubre de 2015 certificó el billete a la cita de Francia.

Aquella noche fue larga en Tirana, capital de una nación con poco más de tres millones de habitantes. Y en Kosovo, donde conviven 1,8 millones de albaneses más. El país que no dejaba salir a sus habitantes del territorio nacional décadas antes, que prohibía las religiones o limitaba los cortes de pelo sonreía por fin. El primer ministro, Edi Rama, no podía hacer otra cosa que recibir y premiar a sus héroes.