El ambiente que reina en la concentración de España en la Isla de Ré provoca que los más veteranos de la selección española repitan que recuerda a lo que vivieron en 2008, cuando ganaron la Eurocopa de Austria y Suiza.

El clima familiar ha crecido en dos días en los que los futbolistas han estado rodeados de seres queridos.

Pocas parejas de internacionales se instalaron en Saint Martín de Ré desde el inicio de la concentración en la isla. La falta de espacio para ver a sus parejas retrasó el momento de la llegada masiva de familiares.

Tras el triunfo con la mejor de las imágenes posibles en Niza ante Turquía, el seleccionador Vicente del Bosque ha abierto la mano a la presencia de las familias. Lo agradecen los futbolistas, que en la concentración ya habían demostrado que ninguno de los piques del pasado en sus clubes dejarían huella.

El último era delicado. Juanfran Torres tuvo un agrio enfrentamiento con Sergio Ramos en la final de la Liga de Campeones de Milán entre Real Madrid y Atlético de Madrid. Sorprendía la dureza de la discusión por la admiración mutua.

Ramos, segundo capitán de la selección española, fue de los primeros en limar asperezas al acudir a consolar a Juanfran tras su fallo en la tanda de penaltis. En la concentración, dos bromas devolvieron todo a su sitio.

Ha ocurrido igual entre jugadores del Real Madrid y Barcelona. Ni un recelo hacia Gerard Piqué. Buenos gestos y complicidad sobre el césped en entrenamientos y partidos con Sergio Ramos. Dos iconos de una rivalidad eterna entre clubes.

En la sesión a puerta cerrada del sábado, los hijos de Piqué, con la camiseta de la Roja puesta, jugaban en el terreno de juego con el mayor de Sergio Ramos. Shakira y Pilar Rubio lo veían desde la banda.

Entre ellos había un ''terremoto'' que no para. Es Oliver Torres, el hijo de Juanfran, que ante el resto imponía su edad mayor, seis años, para salir victorioso con el balón hasta que Piqué puso orden y todos disfrutaron en centros y remates.

Los titulares ya habían acabado su sesión de recuperación, pero en otra parte del campo se entrenaban los suplentes. Las novias, mujeres y algunos padres de la mayoría de internacionales veían de cerca a los jugadores.

El capitán Iker Casillas añoraba la presencia de su pareja, Sara Carbonero, que aún no se ha podido desplazar por su reciente maternidad tras el nacimiento del segundo hijo de ambos, Lucas. Cesc también extraña a su familia, que llegará pronto.

En el entrenamiento a puerta abierta del domingo, con el que España preparó la cita en la que se juega el primer puesto del grupo y evitar a Italia en octavos de final, volvió a verse la imagen más familiar de la Roja.

Antes de iniciarse, llegó el beso de Ramos a Pilar Rubio y el abrazo a Sergio júnior. Iniesta besaba a su mujer y acunaba al pequeño Paolo, que lloraba al no querer separarse de su padre. Lucas Vázquez besaba a su pareja, al igual que Héctor Bellerín.

Acababa una sesión que al mismo ritmo que los jugadores completaba el hijo de Juanfran en una banda. Aún sobre el césped, Nolito hacía estiramientos junto a su hija, que encontraba el guiño de Sergio Busquets y Cesc Fábregas.

Pedro, mientras tanto, iniciaba un juego con unas picas de plástico con su hijo Bryan. Hasta Del Bosque, camino del vestuario, no pudo evitar la sonrisa al ver el ímpetu del pequeño. Son imágenes que se publicarán en todos los medios y que exhiben, con transparencia, lo que se está viviendo dentro.

Es la familia de la Roja, que convive en el mejor clima posible en la búsqueda de un nuevo éxito.