En sus oídos suena el tema Roar -en español, "rugido"- de la norteamericana Katy Perry. Es la canción que más le motiva. Va a tener que estar al máximo de su rendimiento. A pocos minutos de la final de 100 metros braza SB14 en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, la nadadora tinerfeña Michelle Alonso no se desprende de sus auriculares. La gente le desea suerte. Ella, ya nerviosa de por sí, incluso para no poderse ni sentar a aguardar la carrera decisiva, siente cómo las dosis de nervios van en aumento.

Llega la hora. Sale a la piscina en el último lugar. Más nervios. No le da tiempo a realizar los últimos ejercicios de calentamiento. Todo va muy rápido. Calle cuatro. La suya. Turno para la salida.

En las eliminatorias de la mañana, Alonso había logrado el mejor tiempo con 1:13.05. El tercero mejor había sido para la británica Bethany Firth con 1:18.19. Más de cinco segundos de ventaja. Un espejismo. Firth se estaba guardando prácticamente todo para el asalto definitivo.

Fue un mano a mano. Solo 19 centésimas les separaron en los primeros 50 metros. La tercera en discordia, la holandesa Magda Toeters -a la postre, presea de bronce-, a más de tres segundos de Alonso. Una auténtica eternidad.

La luz de delante es la que alumbra. En esas estaba la tinerfeña. Eso sí, sin descuidar a su cazadora. La estaba viendo por encima de su hombro. Casi a la par.

Los brazos y las piernas empezaron a doler cada vez más. Michelle pensaba "vamos, que tú puedes, sigue". Y vaya que si pudo. Se puso a bracear como la más rápida de todos los tiempos -ella misma- para establecer un nuevo récord paralímpico -1:12.62-, que se quedó a una sola centésima de su marca, lograda este mismo año en Glasgow.

Sí. Lo había logrado. Revalidó el metal dorado que había abrazado cuatro años en Londres. Pero Alonso se quedó petrificada. Como cuando alguien escucha un gol en la radio, pero no está seguro y espera a verlo en la televisión para celebrarlo.

Miró al luminoso hasta ver que su guarismo había sido el más rápido. Era el momento de desatar su rugido. Ese que le acompañó previamente con el melodía de la cantante Katy Perry. Levantó los brazos y chapoteó.

Ha pasado una noche de por medio. Muchas horas de sueño bien aprovechadas. Los ecos de su logro resuenan en su teléfono. Gente anónima y medios de comunicación tocan a su puerta para agasajarla.

Como un tesoro, la medalla mora encima de su cama. No deja de mirarla. No es para menos. "Fue muy complicado lograrla. Al final la conseguí y estoy contentísima", explica en Radio El Día.

"He dormido un montón y estoy recuperada", manifiesta una Michelle Alonso que se congratula de que "ya" hayan "pasado los nervios. Es un peso que me he quitado de encima". Y es que la vitola de favorita, como la que tenía la sirena del Ademi en esta prueba, en ocasiones opera cual rémora.

Con los "deberes hechos", Alonso debe aún afrontar un último reto en Río de Janeiro. En el último día de competición para la natación, el sábado la isleña participará, a partir de las 15:38 -hora canaria-, en las eliminatorias de los 200 metros estilos.

¿Y después? ¿Tokio 2020 en sus planes? "Todavía no pienso en el futuro. Prefiero vivir el presente. Lo único en lo que estoy pensando es en mis vacaciones", señala una risueña Michelle. "Voy a desconectar al cien por cien. Estoy pensando apagar incluso el móvil una semana", finaliza.

Eficiencia debajo del agua personificada, Michelle Alonso sigue llevando la bandera tinerfeña a lo más alto de los podios y demostrando que las barreras solo existen para el que se las pone.

Michelle Alonso

nadadora, doble campeona olímpica

Israel Oliver se encarama a lo más alto del podio en Río

En sus cuartos Paralímpicos, el tinerfeño de adopción Israel Oliver logró la medalla de oro en los 100 metros mariposa, en la categoría S11 de discapacitados visuales. Con un tiempo de 1:02.24, por delante del japonés Keiichi Kimura -plata- y del ucraniano Oleksandr Mashchenko -bronce-, el nadador nacido en Madrid resultó campeón. En la prueba en la que subió a lo más alto en Río, Oliver había logrado un bronce en Atenas 2004. En los mismos Juegos logró una plata en el relevo 4x100.

Judit Rolo, "en una nube" tras sus diplomas paralímpicos

En la sintonía de Radio El Día, la ademista Judit Rolo señaló estar "muy contenta" por su participación en la cita de Río de Janeiro, donde ha conquistado dos diplomas paralímpicos de las tres pruebas en las que participó. "Estoy en una nube. Primero, estoy muy orgullosa por el pedazo de oro de Michelle. Y, luego, en mis primeras Paraolimpiadas no pensaba hacer un quinto y un séptimo puestos. Hay un nivel competitivo tremendo. Qué más puedo pedir", declaró la nadadora tinerfeña. "Hemos recibido mucho apoyo desde Tenerife. Se me ponen los pelos de punta", concluyó Rolo.