El día después de la victoria ante el Rayo Vallecano, que acabó con la mala racha de seis jornadas sin ganar, se saldó en el Tenerife con una sesión de entrenamiento en la que hubo una buena noticia y otra, aunque esperada, no tan positiva. Por un lado, se pudo ver a Carlos Ruiz ejercitándose al mismo ritmo que sus compañeros. Una máscara protegía su rostro para evitar que la fractura del malar que le ha apartado ya durante dos jornadas de la competición pueda verse afectada ahora que está en pleno proceso de recuperación.

Se le vio activo y, a pesar de lo molestas que suelen ser este tipo de protecciones, Ruiz cumplió a rajatabla las órdenes de José Luis Martí. Su reaparición no está planificada aún, pero la idea del zaguero blanquiazul es ponerse a disposición de su técnico en cuanto sea posible. Y al Tenerife no le vendría nada mal contar con el jefe de su línea de retaguardia visto el rendimiento de la pareja Germán-Alberto, que está cumpliendo con dificultades. De momento, el técnico puede contentarse con el retorno de Jorge Sáenz de Miera. Después de varias semanas de ausencia, el tinerfeño se ejercitó esta semana con el grupo y pudo entrar en la lista de convocados. Pero Martí prefirió esperar a que gane algo de ritmo.

La cara triste de la sesión la protagonizó Choco Lozano, que ocupó un lugar en la grada de Tribuna desde donde observó el primer tramo del entrenamiento. Lo hizo con un aparatoso vendaje en su muslo izquierdo, a la espera de que en el día de hoy se le practiquen las pruebas definitivas para determinar el alcance exacto de su lesión. Todo apunta a una rotura fibrilar en el isquio.