Como si fuera una profecía, el Facebook arrojó ayer el recuerdo de un 24 de junio de hace cinco años, un triste recuerdo. Ese día, el Tenerife se quedaba sin retornar al fútbol profesional al caer en el Heliodoro Rodríguez López ante la Ponferradina por 1-2. Quedaba condenado así a otra temporada en el pozo de la Segunda División B después de diez meses de competición y hasta 44 partidos.

Aquel sueño frustrado se reprodujo ayer, de nuevo un 24 de junio pero con el Getafe como verdugo en el Coliseum Alfonso Pérez. Era otra vez el partido decisivo, el último de la temporada. Y como en 2012, las cosas empezaron mal para los blanquiazules. Encajaron dos goles, también como ayer, y acortaron distancias luego. De nada sirvió.

El Tenerife se queda otra vez sin festejar un ascenso un 24 de junio, día que queda apuntado ya en el histórico calendario de la afición blanquiazul como negro y de mal recuerdo. Entonces estaba en juego la salvación de la entidad, que no podía sobrevivir mucho más en la categoría de bronce. Ahora tira por la borda una oportunidad histórica de dar el salto, recibir más dinero, ver a los grandes en la Isla, tener derbi e iniciar una etapa brillante, sin deuda y con la ilusión por bandera.