La Federación Española de Baloncesto (FEB) ha convocado esta semana una reunión con el fin de estudiar la celebración en la isla de Tenerife, como sede única, del Campeonato Mundial Femenino de FIBA en 2018.

Así lo ha anunciado en rueda de prensa el alcalde de Santa Cruz, José Manuel Bermúdez, que el pasado fin de semana propuso una reunión al máximo nivel para lograr que este campeonato pudiera tener lugar en la isla.

Bermúdez mantuvo varios contactos con el vicepresidente ejecutivo de la FEB, José Antonio Montero, tendentes a precisar las exigencias técnicas que conllevaría la celebración de este torneo en el territorio insular.

José Manuel Bermúdez ha señalado que el Ayuntamiento de Santa Cruz acudirá a este encuentro "con la mejor disposición" para que el Campeonato Mundial Femenino se pueda celebrar en Tenerife.

El alcalde ha reconocido que no se trata de una decisión exclusiva del Ayuntamiento, sino también de otras administraciones, y ha pedido a la FEB y a la FIBA que también acudan a la reunión "con la mejor disposición".

Bermúdez ha querido recordar que la invitación a participar en la organización del mundial femenino llegó al Ayuntamiento dos meses después de que se planteara la candidatura tinerfeña, con el margen de respuesta al límite. "Si Santa Cruz hubiera sido invitada a participar en el proyecto desde el minuto cero, hubiéramos adelantado un tiempo precioso que ahora falta", explica.

No obstante, considera que se está a tiempo de concretar con los responsables de la FEB y la FIBA los requisitos "imprescindibles" para la organización del campeonato, aunque dentro de un marco temporal "muy ajustado", para tomar una decisión definitiva.

"La FIBA y la FEB deben comprender que, dado el plazo mínimo que tenemos, deben rebajar al máximo posible las exigencias de carácter técnico necesarias para la celebración del Mundial", advierte Bermúdez.

De ser así, el alcalde adelantó que Santa Cruz está dispuesta a realizar un esfuerzo que permita revivir acontecimientos como el Mundobasket 86 o la fase final de la Copa del Rey 86-87 en el Pabellón Municipal de Deportes, donde se tendría que adelantar un plan de obras en el que ya se venía trabajando antes de que surgiera la posibilidad de acoger la prueba femenina.