Los jugadores de la selección española de baloncesto tienen la inveterada costumbre de jugar a la pocha durante las concentraciones del equipo nacional, aunque en el Europeo 2017 el posible póquer de oros, que pueden conseguir si ganan, estará presente en la mente de todos.

El equipo español está haciendo historia y dominando el panorama internacional desde hace más de una década. Desde que en Japón 2006 consiguiera un casi quimérico, hasta entonces, título mundial, la selección no se ha apeado del éxito.

En España 2007 se perdió la final ante Rusia y en Polonia 2009 llegó el primer oro europeo, que se revalidó en Lituania 2011. En Eslovenia 2013 se alcanzó el bronce y hace dos años en la fase final de Lille (Francia) se volvió a subir a lo más alto del podio.

Ahora, en la primera fase de Cluj (Rumanía) y en la final de Estambul (Turquía) el claro objetivo es lograr un póquer de película con el cuarto título en cinco Eurobasket consecutivos. Algo brutal.

Pese a las ausencias de Sergio Llull (aficionados, técnicos y compañeros siguen maldiciendo al ligamento cruzado de la rodilla derecha del menorquín), Rudy Fernández, Víctor Claver y Felipe Reyes, el equipo español sigue siendo el primero en la lista de favoritos para el título.

Cualquier equipo que tuviera a los hermanos Gasol, Pau y Marc, en sus filas sería favorito. Si a eso le unimos que España es la selección que cuenta con más asalariados de la NBA en sus filas, de cuantos participan, con Ricky Rubio, Willy y Juancho Hernangómez y Álex Abrines, ese favoritismo sale reforzado.

Pero no va a ser un camino de rosas. Al contrario. España ha perdido su columna vertebral defensiva por las ausencias de Rudy y Claver y reconstruir esa parte tan importante del juego no está siendo fácil.

Así se ha podido comprobar en los partidos de preparación, sobre todo en los dos últimos, en los jugados en Bélgica y Lituania.

La selección no tiene demasiados problemas en ataque. Muchos jugadores tienen muchos puntos en sus manos y el equipo lleva compitiendo con la misma idea desde hace ya varios años.

La primera opción es correr y en estático hacer llegar el balón a los hermanos Gasol, que pueden jugar interior o distribuir juego. La batería de tiradores se ve beneficiada por los espacios que generan los pívots. Sólo un día aciago en el tiro, de forma generalizada, puede poner en apuros a los de La Roja.

Pero llegamos a la defensa y ahí nacen los problemas, o no. Si existe determinación, entrega, lucha y coordinación en las ayudas, llegan los robos de balón o los malos tiros del rival y ahí se comienza a generar el juego de ataque, ese juego rápido, vistoso y efectivo que ha maravillado al mundo y que ha hecho de España un equipo ganador.

La selección tiene problemas, los Gasol aparte, para defender a pívots altos y fuertes. También con aleros rápidos y tiradores por encima de los dos metros. De ahí que tenga que defender el balón desde la canasta rival, achicando las líneas de pase y alterando el ritmo del contrario con continuas trampas intermedias.

"Me preocupa más la defensa que el ataque", dijo el seleccionador Sergio Scariolo durante la concentración de preparación. El trabajo ha sido constante en este sentido, pero hay que ver si surte resultados.

Conseguir un póquer es el sueño de todos, aunque la pocha siga reinando en el equipo nacional.