Samuele Longo (Valdobbiadene, Italia, 12 de enero de 1992) empezó a jugar al fútbol porque un jugador se cruzó en su camino: Ronaldo Luiz Nazario da Lima. El brasileño le enamoró y le ayudó a elegir el lado divertido del fútbol. Ni siquiera se planteó si él también podía llegar a ser una estrella, aunque en edad juvenil su nombre estuviera incluido en la lista de futuras estrellas del "calcio". Su historia es la de un joven futbolista que prefiere jugar a ser "un número" y que cumplan con él al "glamour" y las falsas promesas.

Usted es de Valdobbiadene.

Bueno, de un sitio cercano muy pequeñito. Pero sí. Tenemos solo viñas y la gente se dedica a eso. El abuelo de mi madre, por ejemplo. Pero mi familia más cercana ya no.

¿Cómo empezó usted a jugar al fútbol?

Vi a jugar a Ronaldo y me enamoré de él. Me impresionaba. Empecé a jugar en casa, luego pasé al equipo del pueblo. Ahí empecé con la ilusión de llegar a ser como él.

Su primer equipo ya más en serio fue el Treviso.

Estuve ahí cinco años. Me trataron muy bien y el último año antes de ir al primer equipo me llamó el Inter para jugar en el "Primeravera" (el filial). Los dos primeros años me fui en enero cedido y luego estuve el último año con ellos.

¿Cómo es ese momento en el que le llama un club tan importante como el Inter?

Yo no estaba tan convencido de ir. Siempre pensé que lo más importante era jugar y tenía miedo de irme a un equipo en el que iba a ser el más pequeño de edad e igual no tenía minutos. Esas primeras cesiones, de hecho, fueron porque quería jugar más. Pero fue bonito que me llegara una llamada tan importante.

Usted tuvo un año espectacular en esa etapa.

El último año ganamos la Liga y Champions League de los jóvenes, que era la primera vez que se hacía y me fue bien.

Era Samuele Longo el de la generación de los Verratti, De Sciglio, Insigne, Immobile...

Coincidí con todos ellos en las selecciones, pero nunca pensé que yo fuera a ser un jugador importante. Al menos no en aquel momento porque lo vivía como un divertimento. Luego, del Inter ya me fui al Espanyol. Allí viví una de las experiencias más bonitas que he tenido hasta ahora. Y eso que no percibía el fútbol como es de verdad, sino con la mentalidad de todos los niños: quería jugar.

Fue un año en el que fue de más a menos.

Viví la temporada con mucha ilusión. Me encontré bien desde el principio y, no sabiendo el idioma, me sentí muy bien acogido. Es verdad que llegué con Pocchettino de entrenador y jugaba todos los partidos, pero el equipo no iba tan bien y cambiaron. Con (Javier) Aguirre no tuve tantos minutos y en marzo me lesioné el hombro.

Ha sido su lesión más grave.

Estuve tres meses para volver a los entrenamientos y cinco para sentirme bien del todo. Es la única importante que he tenido por fortuna.

¿Es verdad que Philip Coutinho le recomendó que fuera al Espanyol?

Eso fueron más comentarios de los periodistas. Hablé algo con él porque ya no estaba en el Inter. Sí le pregunté más a Walter Samuel porque había sido compañero de Pocchettino. Fui un poco a ciegas. Yo solo había visto partidos de "Champions" de Real Madrid, Barcelona o Atlético. No conocía el club ni la Liga.

Curiosamente, le ha ido mejor en las cesiones de España que en las de Italia.

Prefiero estar aquí. Se vive diferente el fútbol y la vida en general. Me gusta más España porque es todo más tranquilo. Cada cosa tiene su peso. En Italia se exagera mucho. Allí no me han tratado tan bien. Nunca pude elegir demasiado y me prometían unas cosas que luego eran lo contrario de lo que habían dicho. Por eso, quizás no fueron tan bien esas experiencias. A nivel táctico hay diferencias, pero lo que de verdad me convence es que aquí juegas si haces las cosas bien. En Italia no siempre es así.

Su segunda etapa en España es en el Rayo Vallecano.

Llegué en febrero, pero jugábamos con un punta. Larrivey lo estaba haciendo genial y se mereció ser titular. Es un club especial, con una afición que siempre te apoya. Éramos casi últimos y, aunque perdiéramos, ellos siempre nos animaban. Eso fue muy positivo para el equipo.

Hábleme del Girona.

Tomé con mi representante la decisión de ir a Segunda porque llevaba tiempo sin buenas sensaciones después de algunas cesiones malas. Y la verdad es que salió todo muy bien, con el ascenso como culminación de la temporada.

¿Fue un año de crecimiento en el Longo futbolista?

Sí, pero hasta en los años malos se puede aprender. No es el caso. En el Girona fuimos en una buena dinámica todo el año, con un grupo especial. Esto muchas veces lo decimos porque se tiene que decir, pero en este caso es verdad. Lo que hemos logrado viene mucho de ahí, de esa fortaleza.

Tuvo muchas opciones en verano y usted se lo pensó mucho antes de elegir el Tenerife.

Va en la línea de la elección del año anterior. Quería jugar minutos. Claro que me hubiera gustado jugar en Primera, pero se iba haciendo tarde para mí y no quería ser un número más. Con el míster y el director deportivo hablé y eso me ayudó. Pero también ver el estadio, cómo jugó el equipo el año pasado... Creo que era mi mejor opción.Estar sin jugar no te ayuda en tu crecimiento como futbolista. Jugar es nuestra vida y hacerlo te hace sentir contento.

¿Y lo está con sus primeros pasos en la Isla?

Sí. Estoy teniendo minutos, aunque me queda coger la forma porque no hice la pretemporada con un equipo. En lo personal estoy contento.

Lleva usted dos goles en tres ratitos.

Marcar siempre ayuda mucho a los delanteros y, si sirve para ayudar al equipo, más. Pero no me obsesiona porque es bueno estar equilibrado lo máximo posible. Si las cosas van mal, uno intenta ver en qué puede mejorar o qué puede corregir.

De usted se dice que viene para marcar diferencias. ¿Asume bien ese rol?

No pienso mucho en eso. No leo los periódicos o los medios porque no creo que sea algo que me ayude. Me gusta que se diga eso porque eso significa que algo bueno hice el año pasado. Pero mi trabajo es dar lo máximo. Luego, juegan catorce cada partido y hay que luchar por estar entre ellos y dar lo máximo cuando toca.

Ya el otro día conectó con Malbasic en el 2-1.

Llevamos poco tiempo, pero en esa jugada nos ha ido bien a los dos. Me llevo bien con Filip fuera del campo, que es algo que considero muy importante. Pero todos los delanteros y el equipo en general son muy buenas personas. Además, somos competitivos. De esos equipos que no se rinden nunca. Y eso nos vendrá bien porque el camino es largo. Es la manera de trabajar.

Los rivales decían eso precisamente del Tenerife, que no se rendía.

Puedo confirmarlo como rival. Lo viví. Desde dentro me he dado cuenta de que es lo que nos transmite el entrenador, el club y la afición.

¿Por esa razón ve al Tenerife como candidato al ascenso?

El Tenerife es candidato. Hay otros, pero queda mucho camino por recorrer y el tiempo nos dirá dónde podemos estar. Hay que vivir partido a partido, ir poco a poco.

¿Para cuándo estará al cien por cien?

Nunca he tenido problemas de adaptación y soy joven, así que espero no tardar mucho. Contra el Granada intenté dar el máximo. Saliendo como suplente cuesta coger el ritmo de un partido, pero me esforcé y me sentí bien. Aunque acabé muy cansado. Hacía mucho calor y nos quedamos con diez.

¿Cómo es jugar en el Heliodoro como local?

Se nota mucho y espero que sigan así porque nos ayudaría durante la temporada. Es verdad que jugamos nosotros, pero si el entorno nos anima y nos empuja será más fácil. Nos pueden dar un plus de energía en los momentos de dificultad.

Se ha fijado mejorar los 14 goles de la temporada pasada.

Sobre todo que sean los suficientes para subir a Primera.

Y en el futuro...

Me gustaría jugar en Primera, claro. Pero también pienso que cada año he estado en un equipo diferente. Me gustaría dar continuidad al trabajo, estar en el mismo sitio, pero es algo que no puedo pensar ahora porque queda mucho.