La noticia recorrió el país en un instante. El todopoderoso Logroño, acompañado por su nuevo patrocinador -Minis Arluy VB-, había caído. Su racha de casi 100 victorias consecutivas en la Superliga Iberdrola se había cercenado ante un recién ascendido. El pasado sábado, en el Pabellón Jesús Domínguez El Grillo de Los Cristianos, el Arona Tenerife Sur consiguió superar en cinco mangas (25-16, 31-29, 19-25, 17-25 y 15-11) a la constelación riojana.

El triunfo fue "una bomba de emociones", explica a EL DÍA la entrenadora y colocadora de la entidad sureña, la hispano argentina Romina Lamas. "Todas las chicas están muy contentas. El 80% de la plantilla es la misma del equipo de la Superliga 2. La mayoría de ellas nunca han jugado en la élite. Esto todo nuevo. Empezar ganando al campeón, después de tantas victorias consecutivas, motiva, da bastante confianza y nos hace saber que estamos haciendo las cosas bien", manifiesta.

En opinión de Lamas, no era impensable ganar. "En el deporte nada lo es". Eso sí, "no pensábamos que íbamos a jugar tan bien durante tanto tiempo. Esa fue un poco la clave. Logroño jugó bien, pero nosotras jugamos muy bien".

Y pudo ser mejor. El Arona se adjudicó dos puntos debido a que el equipo de Daniel Gallardo llevó el partido al quinto set, cuando las sureñas se habían adjudicado los dos primeros. "El primer parcial fue el más contundente. Los otros fueron más peleados. Tuvieron la capacidad de remontar, como gran equipo que son".

Una alegría de este calibre no cambia el propósito marcado desde el comienzo: "Mantener la categoría. Hay que ir de manera humilde. Todo lo que venga extra, bienvenido sea. Siempre debemos salir a la cancha con la mentalidad competitiva y no dejando pasar oportunidades. Trabajamos pensando en ganar".

La receta de la veterana colocadora es "intentar superarnos individualmente y como equipo". La presión hay que dejarla al margen. Un aspecto que corresponde llevar a cuestas "a otros equipos acostumbrados a ganar. Nosotras tenemos todo por hacer: debemos divertirnos y ejecutar lo que trabajamos en los entrenamientos".

Romina Lamas vive un año "sacrificado", pero "encantada" porque es lo que le apasiona. "Termino de entrenar y no puedo desconectar. Pero haciendo lo que a una le gusta es todo más llevadero".

A sus 39 años, la bonaerense comenta que "no pensaba jugar" este año. "Fue un poco una cuestión de echar una mano al club para que no tuvieran que fichar a una colocadora". Su idea, "el próximo año o cuando se pueda" (ríe), es dedicarse "en exclusiva" a entrenar. De momento, incombustible, sigue compitiendo al máximo.