No tiene límites. Tampoco tenía la mejor moto. Era consciente de que un campeonato es más importante que una carrera, pero le pudo el corazón. Lo tenía todo bajo control, salvo su locura, su esencia. Todo era favorable e incluso con el equipo rival al borde de un ataque de nervios. Sin embargo, la incertidumbre se podía respirar entre el olor a goma quemada y gasolina. La tensión se podía cortar. Márquez decidió arriesgar y cometió un error; frenó tarde e hizo un recto, fallo que solventó con la enésima salvada de la temporada. Ni siquiera tocó la grava con el carenado. ¡Milagro!, ayudado por una escapatoria larga. Una salvada, ya histórica, y un codo, una rodilla o quizás, ¿la suerte de los campeones? que vale un Campeonato.

En cuestión de dos vueltas, de dos curvas, uno sonrió y otro lloró. Dovi, por los suelos; Marc tiró el dado y salió el seis, siendo fiel hasta el final a su estilo. El de 2017 es un título de pilotos, no de máquinas. En Yamaha, quizá desesperados, sus dos pilotos acabaron utilizando las motos del pasado año y en Ducati, además de volver "loco" a Lorenzo para que ayudara a su "compi" italiano, les faltó tiempo para culminar la meritoria remontada.

En Honda también arrancaron el curso con dudas, pero con la diferencia de que Márquez salió a correr con lo que tenía, tiró p''lante optimizando la moto al máximo y con su talento puso el plus que marcó las diferencias. Dani Pedrosa volvió a dar una lección magistral y el martes, con los primeros test, los contadores se pondrán a cero para 2018. ¿Hasta dónde puede llegar Marc? El asalto a los títulos de Agostini, Rossi y Doohan, sus próximos retos. Solo tiene tres mitos por delante. Él ya es uno. Las señales indican que volverán los brazos arriba al pasar bajo la bandera a cuadros para inmortalizar al maestro Ángel Nieto. Hay "estilo Márquez" para rato.