El Tenerife es una ruina fuera del Heliodoro. Le falta agresividad en las disputas, intensidad, colmillo para hacer daño en sus ataques, de todo. Los números dicen que, si no cambia esa dinámica endiablada a domicilio, este equipo no puede aspirar a otra cosa que la permanencia. Y eso si lo que no varía es su fiabilidad en casa. Entonces, nos echaremos todos a temblar. El balance es desgarrador: 6 puntos de 30 posibles. El quinto peor de Segunda. Poca cosa para un equipo candidato a todo en agosto y que tiene ahora el ascenso directo a un mundo (diez puntos) y el "playoff" a medio (siete). A estas alturas solo queda elegir: dar un paso adelante o esconderse. De momento, en el club se esconden. Siguen esperando a que deje de llover. Las jornadas pasan, los aspirantes de verdad se marchan y el Tenerife no arranca. Hay tiempo, pero no quedándose de brazos cruzados. Valentía y decisiones. Las que sean. Ya.