El Tenerife comienza hoy la segunda parte de la temporada y lo hace en una clara desventaja en la tabla, aunque a tiempo de todo. Para Martí, en concreto, esta interrupción navideña se ofrece como una oportunidad de resetear tácticamente a una plantilla que parece haber entrado en el peor de los escenarios: la confusión.

El Tenerife presume de plantilla con razones sobradas para ello, pero a estas alturas -casi la mitad del camino andado-, es obvio que no ha redondeado un equipo con el que luchar a la altura de sus aspiraciones. Martí no ha dejado de buscar, de cambiar, de probar, de experimentar, y en esa ruleta se le ha ido media temporada plagada de insatisfacciones. El técnico arranca esta segunda etapa fuertemente cuestionado, porque el equipo no juega bien y gana menos de lo que necesita. Inversamente proporcional es el respaldo público y privado que recibe el entrenador de parte de su club. No es postureo, Concepción quiere salvar este largo bache aplicando la paciencia que le aconseja su experiencia en trances similares. Casi nunca le fue bien cuando echó al entrenador, de manera que le resulta más sensato esperar a que Martí lo arregle.

En realidad, los problemas del Tenerife son más estructurales que de calidad. Hay una mitad del equipo, la defensiva, formada por siete jugadores, heredada de la etapa de Cervera, creada para jugar cerrados y provocando el error del rival. Y este año se ha añadido una segunda mitad, el bloque ofensivo, integrado por otros cuatro jugadores (con uno o con dos delanteros). El problema es conectar esas dos mitades. Martí echa de menos mejores prestaciones de los delanteros en la presión (como hacía Amath), pero es extraño que este déficit sea detectado ahora. Los fichajes eran sobradamente conocidos. Total, que si el bloque ofensivo no presiona, el equipo se hace largo, y si por el contrario Martí trata de acercar el dominio del partido a los delanteros, echa de menos un futbolista que le de continuidad al juego... Son como dos Tenerifes imposibles de mezclar.

El mercado de invierno abre la posibilidad de coger uno de los dos caminos alternativos (o bien ser un equipo de contragolpe o bien apostar por la posesión). A Martí le toca una parte y a Serrano, la más importante. Acertar en enero y darle un sentido único a la apuesta táctica es la última bala de la temporada, para un equipo que casi empieza de cero.

Lo mejor es que hay tiempo.