El entrenador del Tenerife tiró la bola y esta echó a rodar por su ruleta particular que, en Zaragoza, cayó en la casilla de los tres mediocentros (empezó 4-2-3-1 y luego pasó a rombo) y un solo punta nato: Villar. Jugó sin completar una sesión, en un campo pesado por la lluvia y con 50 metros para correr porque su equipo empezó replegado. Que podía acabar lesionado se pagaba poco en las casas de apuestas. Pero entre la ruleta, la nefasta puesta en escena y la falta de acierto en la segunda mitad para cerrar bien los numerosos contragolpes, el Tenerife volvió a perder. En la jornada 22 es un grupo voluntarioso, pero no un equipo que controle los partidos o maneje automatismos que den ventajas. Y eso depende exclusivamente del técnico, que no ha logrado crear un candidato. Pero puede estar tranquilo porque la "doctrina Rajoy" manda en el club: dejar pasar el tiempo a ver si la cosa se arregla sola.