El Tenerife salió ileso de un partido que no esperaba tan competido. Sabía que no sería fácil, pero se encontró con un Sevilla Atlético alejado de los cánones que marca la naturaleza de un filial. Intenso, duro en muchos momentos y hasta mal encarado, el equipo de Tevenet vendió cara su derrota. Por eso, tiene mayor valor lo que se vio sobre el césped. Incómodo y sin la capacidad para robar de otras tardes, los blanquiazules tuvieron que dar un paso adelante en la segunda parte para no dejar escapar el triunfo del Heliodoro.

Le salió bien porque el bloque de Joseba Etxeberria cree en lo que hace. Esa es la principal diferencia con la etapa de su antecesor en el banquillo. Entonces, los jugadores cumplían como profesionales pero se les notaba la carencia de fe. Aquel no era el camino, este sí. Hay datos que alimentan la esperanza en la pelea por el "playoff", pero no es la brillantez uno de ellos. Es la pegada en ataque, la solidez en defensa y esa confianza que crece cada semana. El Tenerife ha entrado en la carrera porque sus jugadores disfrutan ahora con cada esfuerzo. Los llevan a cabo sabiendo que darán sus frutos.