Solo Paco Montañés, su gente más allegada y, probablemente, sus compañeros y miembros del primer equipo saben lo que ha sufrido en estos casi seis meses de ausencia de los terrenos de juego. La lesión, aunque grave, no debía dejarle tanto tiempo en el dique seco. Es verdad que aquella tarde del 14 de octubre de 2017, cuando Grego Sierra realizó una entrada desmedida y no castigada por el colegiado Cuadra Fernández, la cosa tenía mala pinta para el castellonense. Pero no tanta.

Desde el principio, su recuperación se torció. Primero tuvo que esperar el tiempo recomendable antes de iniciar cualquier actividad y luego afrontar los ejercicios de recuperación hasta que pudo, por fin, volver al césped. Solo para correr. Durante semanas. Muchas semanas. Ni rastro del balón y con sensaciones que unos días eran mejores que otros. El 14 de enero de 2018, fecha en la que teóricamenteestaría en condiciones de reaparecer, no estaba ni cerca la posibilidad de entrar en los planes del entrenador.

Un mes más tarde, Montañés acabó yéndose a Madrid para pasar consulta con Pedro Guillén en la Clínica Cemtro. Fue, aprovechando la visita del Tenerife a Alcorcón, el viernes 16 de febrero y el resultado avaló (oficialmente) el proceso de recuperación.

Algo debió encontrar el prestigioso traumatólogo porque las cosas comenzaron a cambiar para Montañés, al que se le retiró líquido de la zona. No habían pasado ni quince días cuando el futbolista castellonense, que ya tocaba balón, empezó a incorporarse a la disciplina del grupo. Primero en algunos tramos, más tarde en las sesiones completas. "Va mejor, va mejor", decía Joseba Etxeberria.

Ya la pasada semana anunciaba su inclusión en la convocatoria para el desplazamiento a Pamplona, donde acudieron 19 futbolistas. Paco fue el descarte.

Ayer sí entró entre los 18. Volvió al escenario en el que había sufrido ese "esguince grave en el tobillo izquierdo" hacía 177 días. Como la experiencia es un grado, Montañés no tuvo dudas. Se ubicó en la izquierda, ayudó a Cámara y se ofreció siempre como salida.

Es verdad que sus compañeros, para entonces defendiendo el 1-0, le encontraron poco. Pero Montañés volvió a sentirse futbolista. Lo mejor, para él, está por llegar.