El Tenerife no solo perdió por su mala primera parte. También hay que poner en la balanza negativa su pobre manejo del dominio territorial en el segundo tiempo. Quizás, el estilo directo de Etxeberria, que tan buenos resultados ha generado, no era entonces el recurso más adecuado para darle claridad al final de las jugadas ya metidos en el otro tipo de exigencias, o sea, ante once jugadores replegados en solo 40 metros de campo. Rara vez se rompe un repliegue de frente.

Esa falta de filo con el balón impidió el empate y hasta la remontada, pero es obvio que lo que cavó el hoyo fue la mala entrada del equipo, que a diferencia de Pamplona, ayer no comenzó apretado. La primera gran diferencia es que el partido de El Sadar empezó una semana antes, cuando Etxeberria lo puso de relieve en la misma rueda de prensa del choque ante el Lorca en el Estadio. Alivia saber que ayer acabó hablando del choque ante el Huesca.