Al Tenerife le quedan cuatro partidos por delante de esos que nadie quiere jugar. Sin opciones reales de "playoff", hay muy poco que ganar y mucho que perder en este tramo. Para empezar, dinero. Porque es evidente que ya no va a ser cuarto, como la pasada campaña, y va a ganar menos dinero de la televisión por el puesto final en la clasificación. Le toca competir únicamente para minimizar la pérdida.

Además, queda la dura convivencia con un entorno maravilloso en las buenas y autodestructivo en las malas. Y estas, claro, son las malas. No ascender podía ser considerado una decepción, pero nunca un fracaso si al menos competías por el objetivo. El equipo blanquiazul no lo ha hecho casi en ningún momento de la temporada. Y lo peor es que contaba con el potencial necesario para hacerlo. Toca analizar y tomar decisiones. Pero estaría bien que no nos hiciéramos mucho daño.