El Argentina-Croacia de hoy no debería haberse disputado. Es lo que piensan los nostálgicos de la antigua Yugoslavia. Para los que nacieron en los años 70 puede que la Copa del Mundo de 1990 sea todo un referente histórico. Aquella edición celebrada en Italia fue la del título de Alemania, Nápoles dividida por un Italia-Argentina, el "me lo merezco" de Míchel, la aparición de Toto Schillaci, las lágrimas de Paul Gascoigne o el último choque en un Mundial de Yugoslavia.

Fue un 30 de junio en el Artemio Franchi de Florencia. Hasta allí habían llegado la entonces campeona del mundo Argentina, no sin dificultades en la fase de grupos y tras ganar en la prórroga a Brasil en octavos, y una selección yugoslava que trataba de aislarse del ambiente separatista en las seis repúblicas que conformaban el país. Los Hadzibegic (bosnio), Savicevic (montenegrino), Stojkovic (serbio), Katanec (esloveno) Suker (croata) y Pancev (macedonio) lideraban y representaban esa frágil unidad en un equipo de fútbol al que entrenaba Ivica Osim.

Pese al cada vez más caldeado clima político en los Balcanes, el país se sentaba delante del televisor para ver el partido. El empate a cero resultó inamovible, no solo después de los 90 minutos sino al término de la prórroga. La tanda de penaltis elegiría al semifinalista. Stojkovic, el especialista del equipo, lanzó al larguero. Serrizuela puso por delante a los argentinos. Marcaron Prosinecki, Burruchaga y Savicevic, pero Ivkovic detuvo el de Maradona y luego falló Troglio el suyo. La serie llegaba con empate a dos al cuarto lanzamiento. Entonces emergió Sergio Goycoechea para rechazar el tiro de Brnovic. Dezotti adelantó a la Albiceleste y el que fuera jugador del Real Betis Faruk Hadzibegic se dirigía a los once metros. Si marcaba, Yugoslavia tendría una oportunidad de alargar la serie. Si fallaba, estaba fuera del Mundial.

El 5 yugoslavo emprendió la carrera, tenso por los nervios, y eligió el lado izquierdo del meta argentino, que antes había detenido el de Brnovic por su derecha. Le pegó a media altura, pero no iba fuerte y Goycoechea acertó de despejarlo. Argentina eliminaba a Yugoslavia. Entonces Hadzibegic no lo sabía, pero sería para siempre. Ahí se acabó todo. "Todavía me pregunto que podría haber pasado si hubiésemos ganado. Quizás peco de optimista, pero creo que las cosas en el país hubiesen sido distintas si hubiésemos jugado la final o ganado el Mundial. Quizás no hubiese habido guerra. Cuando me acuesto en la cama cada noche pienso en ello", ha reconocido posteriormente Ivica Osim en la revista Líbero.

El protagonista de aquel histórico penalti también lo ve así. "La situación era complicada, pero en el país el Mundial se vivió con intensidad. La gente aún recuerda aquello. Cuando vuelvo de vacaciones, hay quien me para por la calle y me dice si hubieses metido ese penalti... Nunca se sabe lo que podría haber pasado, pero estábamos listos para ganar ese Mundial y creo que todo habría sido diferente", dice Hadzibegic.

Pero la división fue ya imposible. Antes del Mundial ya hubo futbolistas que tomaron partido, como Zvonimir Boban (croata), cuya imagen propinando una patada a un policía (serbio) después de un partido en el campo del Estrella Roja de Belgrado fue utilizada por la propaganda croata. Solo un año después de la Copa del Mundo de Italia, Eslovenia y Croacia proclamaron su independencia. En abril de 1992 se inició la guerra en Bosnia y Yugoslavia fue excluida de la Eurocopa. Su historia había terminado, pero el principio del fin no fue aquel penalti de Hadzibegic. Sino el fallecimiento de Josep Broz, Tito, en 1980.