Carlos Sánchez, que fue expulsado a los tres minutos de iniciarse el encuentro de su selección con la de Japón, ha sido señalado en Colombia como el gran culpable por una derrota que dificulta el pase a octavos de final. Pero hay quien ha llevado las críticas más allá de lo aceptable y, a través de un mensaje en twitter, ha amenazado de muerte al futbolista. El autor de tan escalofriante suceso usó dos fotografías: una del protagonista y otra de Andrés Escobar. Las acompañó de una frase que decía: "Propongo un sueño". Aunque el caso está ya en manos de la policía, la afición colombiana ha revivido una de sus mayores pesadillas.

Colombia disputaba su segundo partido en la Copa del Mundo de Estados Unidos. Era 22 de junio. La derrota contra Rumanía en el estreno (1-3) condicionaba a una selección a la que leyendas como Cruyff o Pelé otorgaban el papel de favorita al título después de endosar un 0-5 a Argentina en la fase de clasificación. Pero ahora estaba contra las cuerdas. Jugaba contra el equipo anfitrión y no podía fallar. A los 35 minutos de partido, una internada de John Harkes por la banda izquierda acaba con un centro al área que, en su intento de despeje, el central colombiano Andrés Escobar introduce en su portería.

De nada sirvió la victoria posterior ante Suiza. Colombia estaba fuera. Los Valderrama, Leonel Álvarez, Freddy Rincón, Asprilla, Aristizábal y demás se marchaban precipitadamente a casa. El "culpable" escribía en El Tiempo una columna narrando su fatal experiencia con una frase final que ahora resulta demoledora: "Hasta pronto, porque la vida no termina aquí".

Pero para él sí terminó. Días después de aquel autogol, Escobar salió a divertirse con algunos amigos en lo que casi suponía su despedida del país. Había firmado por el Milán italiano y se disponía a intentarlo por segunda vez en Europa. Allí se encontró con dos aficionados que le reprocharon aquel error en el Mundial. Discutió con ellos y les exigió respeto. Se los volvió a encontrar en el aparcamiento y el chófer de estos descargó seis disparos que acabaron con su vida. Humberto Muñoz Castro, que así se llamaba su verdugo, fue condenado a 43 años de prisión. Pero solo cumplió 11. En la cárcel no le faltó de nada. De ello se habían asegurado los hermanos Gallón Henao. Narcotráfico, blanqueo de capitales y apuestas deportivas estaban en su historial. Hay quien dice que fue por esto último por lo que cayó Escobar.

Fue un drama para el país. Su novia, con la que pretendía contraer matrimonio semanas después, le llevó al hospital. Nada se pudo hacer por su vida. Sus compañeros René Higuita y Chuchi Serna reconocieron el cadáver y, pocos días después, fue enterrado. Acudieron 120.000 personas. Sus compañeros se enteraron la misma madrugada del asesinato. "Quedamos marcados. Todo tiene solución, menos aquello", clama Carlos Valderrama.

La tragedia no escapó a las generaciones posteriores. Radamel Falcao, integrante actual de la selección colombiana, lo ha reconocido recientemente: "A todos nos acabó afectando la muerte de Escobar. Marcó un antes y un después. Era la época de mayor violencia en nuestro país y aquello mostró el grado de locura que se estaba viviendo".