No es la primera vez que Argentina llega a los octavos de final de un Mundial en una situación precaria, después de una mala fase de grupos. Le ocurrió en Italia''1990. Y de esa lección debe aprender Francia para no dar por derrotada a la albiceleste. Aquel 24 de junio de 1990, en el estadio Delle Alpi de Turín, el rival era la eterna favorita Brasil. Con Carlos Bilardo como técnico, el camino había sido el mismo que ahora: una victoria, un empate y una derrota.

El partido fue feo. Tampoco ayudaba la filosofía de Sebastiao Lazaroni al frente del combinado carioca. "Más de la mitad de aquel partido no fue un partido", recuerda Maradona reconociendo la superioridad del rival y que "nunca" sufrió "tanto en una cancha. No podíamos cruzar el medio. Nos cagaron a pelotazos: tiros en los palos, goles increíbles que se perdió Müller y atajadas de Goyco (Sergio Goycoechea)".

Cuentan que Bilardo guardó silencio durante todo el descanso y se limitó a decir una frase antes de volver al terreno de juego: "Si se la seguimos dando a los de amarillo, vamos a perder". A Argentina no le quedó otra que refugiarse cerca de su área y esperar su oportunidad. Por si fuera poco, Maradona disputaba aquel encuentro infltrado por una lesión que venía arrastrando en un tobillo. Pero el hombre al que el conocido narrador argentino Víctor Hugo Morales bautizó como el "genio del fútbol mundial" frotó su lámpara para crear la jugada de un gol inolvidable. "Arrastré las marcas de Ricardo Rocha y Alemao, corriendo en diagonal hacia la derecha, mientras Caniggia se mostraba por la izquierda. Le metí el pase con un derechazo, con Rocha colgado del cuello y antes de que me cerraran Galvao y Branco. Cani encaró a Taffarel y le dio una lección de cómo se debe definir: lo gambeteó por afuera y tocó de zurda. Un golazo, una alegría enorme", describe el eterno 10 de de la Albiceleste.

Müller era una de las estrellas de aquella Brasil de Careca y Alemao a la que empezaban a asomarse los jóvenes Romario y Bebeto. Dispuso de una ocasión inmejorable para empatar, pero la falló. La derrota dolió en Brasil. Era claramente favorita, pero subestimaron a Argentina.

Años después surgió una polémica. Claudio Ibrahim Vaz Leal, más conocido como Branco, acusó al masajista albiceleste Galíndez de haberle envenenado con un bidón de agua que le ofreció mientras atendía a Pedro Troglio. "Vascooooo, de ese no, de ese no, del otro...", le gritó Maradona a Julio Olarticoechea para evitar que tomara de la misma agua que Branco. Lo desveló el capitán en una entrevista concedida a TyC Sports en 2004. Se habló de royphnol, un sedante para problemas psiquiátricos que habría ordenado introducir Bilardo.

Aquello nunca quedó demostrado. Muchos protagonistas lo negaron. "Es una joda (broma)", dijo meses más tarde Caniggia. "No sé, no sé", terció Bilardo. Pero Maradona reconoció que jamás volvió a hablar con Branco, pese a que tenían buena relación. "Tiraba los tiros libres y se caía. Tras el partido, estaban los dos micros juntos, Branco me miraba por la ventanilla y me señalaba y yo le hacía gestos de que no tenía nada que ver", contó aquella noche.

"¿Se imaginan si después de ese partido me hacían un examen antidopaje?", se preguntó Branco tiempo después. Nunca hubo sanciones ni investigaciones. En 2005, el seleccionador Carlos Alberto Parreira todavía se acordaba. "No habrá problema porque en Argentina beberemos nuestra propia agua".