Javier Tebas, presidente de LaLiga, defendió ayer vía twitter el control económico establecido en Primera y Segunda asegurando que, desde su implantación, se ha conseguido mejorar hasta el punto de que "no hay impagos a jugadores, ni de impuestos ni Seguridad Social". Además, ha destacado que "LaLiga es más sólida [...] y que su crecimiento se traslada a los salarios". Es el último punto de su defensa, después de las críticas recibidas en los últimos días, con el que se puede estar menos de acuerdo: "Genera una competencia real evitando el dopaje financiero". La realidad es que las ayudas por descenso colocan en ventaja a los llegados desde Primera, con topes salariales muy por encima del resto.

Para contrarrestar ese efecto, el Tenerife ha necesitado perder a uno de sus pilares (Juan Villar por 850.000 euros) y tirar de ingenio. La venta del onubense abrió la puerta a la llegada de José Naranjo, de cuyo pase se adquirió solo el 50 por ciento. El pago completo era imposible por el tope salarial del club insular (por debajo de los siete millones de euros). La llegada de Nano se ha producido mediante un pago único al Eibar de 400.000 euros, siendo el club vasco el que hace frente a la ficha.

En el caso del último fichaje, ya con los gastos deportivos muy cerca del límite fijado, el Tenerife necesitó sacar a Carlos Abad y hacer una oferta cercana al mínimo a percibir por un futbolista para contratar a Héctor Hernández. Con todo, se ha quedado sin reforzar el centro de la defensa y el extremo derecho. En enero solo podrá fichar si incrementa sus ingresos o ahorra dinero con una salida importante.