¿Están siendo los árbitros de este Campeonato del Mundo más permisivos de lo habitual con los contactos? El seleccionador español, Lucas Mondelo, no alberga dudas al respecto. El choque -nunca mejor dicho- ante Puerto Rico, en el que las boricuas sobrepasaron el límite por momentos -realizaron un total de 26 faltas personales-, todavía escuece en el combinado nacional.

Jugadoras como Laura Nicholls y Laura Gil sufrieron en sus carnes el excesivo tesón de sus adversarias, y otras como Anna Cruz se quejaron ostensiblemente de acciones antideportivas -la barcelonesa incluso recibió una falta técnica por discutir sobre ello-. Por suerte, no hubo ninguna incidencia grave y todas estarán hoy a disposición del entrenador, según comentó el propio Lucas Mondelo.

"Están magulladas y con el estado físico de cualquier equipo de rugby que se precie", declaró con sorna ayer el entrenador. "Los servicios médicos las están cuidando mucho y estas jugadoras participarían hasta con muletas", explicó.

El barcelonés aseveró que en esta Copa del Mundo "se está dejando jugar mucho y eso a nosotros nos penaliza en función de nuestras cualidades. A los equipos más físicos les favorece. Es el criterio que hay y hay que adaptarse", argumentó ante los medios.

Selecciones como la propia favorita Estados Unidos, Canadá, la Australia de Liz Cambage, Francia o las africanas pueden tener cierta ventaja en situaciones de partidos excesivamente físicos.

En ese sentido, Mondelo entiende que ser primeros de grupo y evitarse una ronda -y un día más de competición- es clave. Y es que este verano no ha sido especialmente benévolo para el combinado rojigualdo en cuanto a lesiones. Buena parte de las mejores huestes con las que cuenta el seleccionador han sufrido diversos problemas físicos.

El grupo de España, con las potentes Bélgica y Japón, más la dura Puerto Rico, no está siendo precisamente un gran banco de pruebas. La exigencia está siendo importante desde el comienzo.

Al apartado físico se suma la cuestión mental. Al respecto, Mondelo destacó que su equipo está "manejando bastante bien dos tipos de presión". Por una parte, la de la propia historia de una selección de leyenda en los últimos años. "Creamos muchas expectativas. Parece que es entrar en un supermercado y decir póngame media docena de medallas. No es así, sino mucho más complicado. Ganar una medalla no es difícil; sí lo es hacerlo con la regularidad con la que nosotros lo hemos hecho", dijo.

Por otra parte, "la segunda presión es la de jugar en casa, que nunca la hemos tenido. Creo que el equipo está transformando en ilusión el hecho de tener el público a favor. Tenemos la carga encima de tener que ganar, pero además jugando aquí también tenemos que enganchar al público. Si se hace, nos va a ayudar a ganar los partidos, pero somos nosotros, con lo que hacemos dentro de la cancha de juego, los que debemos tirar de ellos".