El 2 de febrero de 2017 Roman Zozulia era un futbolista sin camiseta que vestir. El Real Betis había cerrado su cesión al Rayo Vallecano, que acabó deshaciendo su fichaje por la contundente protesta de la afición franjirroja. Los Bukaneros, la peña más numerosa y representantiva del club del barrio obrero de Madrid, le acusaba de ser neonazi y racista por haber fundado la Narodna Armiya (Ejército Popular), una organización paramilitar de ultraderecha que operaba en la zona del Donbass (al este de Ucrania) contra las fuerzas prorrusas.

De nada sirvieron las palabras del futbolista, que negó seguir esa ideología política y calificó la situación como "el error de un periodista". En el comunicado emitido entonces por la agencia de representación del jugador, se refirió a la camiseta que llevaba a su llegada a Sevilla meses antes. "Tenía el escudo de mi país y unos versos del poeta Taras Shevchenko, estudiado en todas las escuelas de la Unión Soviética, pero se publicó que traía una camiseta de un grupo paramilitar que se distingue del escudo de mi país porque lleva una espada de gran tamaño".

No hubo marcha atrás y Zozulia se quedó sin jugar hasta agosto de ese año. Un verano turbulento, en el que casi se queda sin equipo, acabó con Albacete como su destino. Desde la llegada de Enrique Martín se convirtió en fijo. Disputó 30 partidos y anotó 9 goles durante la pasada campaña. El delantero hizo olvidar la parte política de su vida y recuperó algo de cotización en el mercado. Tanto que las ofertas de Sporting de Gijón y Real Oviedo le alejaron de tierras manchegas, donde se le llegó a dar por perdido.

Pero la afición carbayona no estaba dispuesta a permitir que el ucraniano defendiera la camiseta azulona. De nuevo, su presunta vinculación a la ultraderecha de su país le cerraba una puerta. Cansado, Zozulia valoró el cariño que había recibido en tierras manchegas. "Tenía ofertas de más dinero, pero mi familia y yo valoramos otras cosas para quedarme en Albacete", dijo luego ante los medios.

En la presente temporada ha disputado once partidos y ha anotado tres goles. Su entrenador, Luis Miguel Ramis, le considera "un chico, extraordinario, noble y fuerte que compite y defiende a su equipo". Lo dijo después de un partido en el que creyó conveniente defenderle porque "por momentos (los árbitros) lo maltratan y no me parece justo".

Sobra decir que Zozulia es fijo en los esquemas de su técnico, que es el ídolo de la afición del Carlos Belmonte y que incluso presume de su amistad con Bela, un jugador de raza negra. Por eso, en la ciudad que le ha visto triunfar por fin en España poco se sabe de su pasado más tenebroso.