En una trayectoria de 220 años (la empresa fue fundada en 1788) hay más de un capítulo de crisis económica y, por ende, de bajón del negocio, pero la actual recesión ha sorprendido sobremanera a los hermanos Toste, que dan nombre a la pirotecnia del mismo nombre -decana de esta especialidad en España-, que comienzan a mirar al exterior, a proyectos más allá del Archipiélago, como una posible salida a la caída en el número de pedidos para fiestas locales que están sufriendo. El gerente de la firma afincada en Los Realejos, Marco Antonio Toste del Castillo, destaca como objetivos inmediatos de ésta posicionarse en el mercado del Caribe (hace su presentación oficial en la República Dominicana el 4 de julio), que puede abrir la puerta a la exportación a Estados Unidos, sacar más partido a su fábrica de Cuba y, claro está, mantener la plantilla actual. "Intentamos buscar otros mercados por si falla éste", resume.

"Pensábamos que con la crisis tendríamos que apretarnos el cinturón un 20 ó 30%, pero nunca pensé que en esta campaña de Carnavales el recorte iba a llegar al 90%, y que en los cuatro primeros meses del año vendiéramos casi un 50% menos", señala. La principal medida organizativa de la compañía ha sido primar la producción en detrimento de las importaciones, que se habían hecho imprescindibles en los años de bonanza y de gran demanda: "Nos hemos marcado como meta comprar lo mínimo posible; la fabricación comienza a interesar otra vez, y por lo menos genera puestos de trabajo y ayuda a conservar los que ya hay".

Aproximadamente el 90% de lo que se quemó el pasado 3 de mayo en Los Realejos fue producto propio, cita Toste como ejemplo de ese cambio de tendencia. La posible diversificación de su mercado, que es básicamente regional por las crecientes restricciones que se imponen al transporte de mercancías peligrosas, relata, puede suponer también una vía para no recortar empleos, ya que, si el negocio acompaña, se desplazarán operarios al depósito de la República Dominicana por el tiempo que sea necesario. Actualmente viven unas 100 personas de lo que genera Pirotecnia Hermanos Toste, ya que su gerente computa no sólo los empleos directos (unos 20, más otros tantos indirectos), sino sus respectivas familias.

Que hable en clave familiar no extraña al tratarse del heredero -junto a su hermano Domingo, encargado- de una saga que tuvo en la generación inmediatamente anterior, la de su padre, aún propietario, un raro ejemplo de empresa familiar bien avenida. "Durante 50 ó 60 años estuvieron los cinco hermanos juntos, algo muy difícil, porque ya se sabe que en este tipo de sociedades terminan todos peleados". En camino está también su hijo; "espero que siga, sobre todo por mantener la tradición familiar, que es una de las cosas que más te une a la empresa, más en tiempos de crisis como éste", comenta.

Esta estirpe de pirotécnicos, que ha visto cómo desaparecían casi todos sus competidores locales, atiende un mercado en el que los pedidos privados superan ya en número a los públicos (no en facturación, matiza, pues éstos aún son el sostén de la actividad) y ha cosechado reconocimientos internacionales. La clave está en innovar: "Hay que hacerlo siempre, no quedarte encerrado y anticuado", acentúa.