LA CRISIS económica va dejando un fiel reflejo de su devastador efecto en la economía con un paro muy preocupante en Canarias pues una cifra de 248.000 desempleamos a diciembre, según el INEM, y alrededor de 300.000, según la EPA, deja a los sectores económicos con serias dudas sobre los plazos de recuperación si la demanda interna no se recupera por una desproporción de paro en las Islas, amén del drama familiar que supone.

Un gasto social que no nos podemos permitir, una fractura económica en la administración pública a corto plazo y un déficit público y endeudamiento por encima de las recomendaciones de la UE van a comportar severos ajustes y una capacidad de gestión público privada excelente en cuanto a eficiencia.

Al fin y al cabo, las bases sobre las que tradicionalmente se sustenta la economía de las Islas, turismo y construcción, y por extensión industria y servicios, se han ralentizado como fuentes de prosperidad.

Las empresas hemos afrontado innumerables crisis: energéticas, financieras, industriales o tecnológicas, y también es cierto que siempre las hemos superado creando e invirtiendo en nuevas iniciativas y éstas, a su vez, generando empleo.

Cierto es también que sin una administración pública eficiente, económicamente estable y capaz de invertir de manera contracíclica, se nos hará más difícil. Pero no imposible.

Para ello, los empresarios hemos tendido la mano a los representantes sindicales para diseñar nuevas fuentes de contratación y de incentivos a las empresas acorde con el nuevo mapa económico-social que se está dibujando, y que será diametralmente desigual al actual. No sirven las mismas reglas en un escenario previsiblemente diferente.

Conjugar sostenibilidad, eficiencia, competitividad, financiación y empleo será el tren que nos sacará de la crisis. 2010 tiene que ser un punto de inflexión que nos lleve a una sostenibilidad fuerte y duradera, tanto en crecimiento económico como en empleo a través de la reforma competitiva de nuestros sectores empresariales.